Panorama político nacional: El macrismo podría ayudar a Randazzo

Por Carlos Sacchetto

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Durante algunas horas del pasado miércoles, los productores del programa "A Dos Voces" que se emite por TN, debieron suspender la promoción que estaba en el aire anticipando la presencia esa noche de Elisa Carrió. Como plan B comenzaron a promocionar la participación de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. ¿Qué había sucedido? Enterados en la Casa Rosada de que la temperamental diputada volvería esa noche a la pantalla, le recomendaron con toda cordialidad, que fuera prudente.

Carrió venía de pedirle públicamente al Presidente Mauricio Macri que echara a la número dos de la Agencia Federal de Inteligencia, Silvia Majdalani, bajo el argumento de que la espiaba, y de decir que el ex ministro kirchnerista Julio De Vido gozaba de protección de los jueces pero también del Gobierno, o sea, el Gobierno que ella apoya. La cuerda estaba más tensa que nunca, y encima el lunes anterior se había conocido la designación del nuevo canciller Jorge Faurie, un hombre con algunas oscuridades en su pasado.

Era fácil imaginar que otra vez Carrió iba a despotricar contra ese estado de cosas llevando al límite las relaciones internas de la coalición oficialista. "Quédense tranquilos, yo no voy a romper Cambiemos" insistió la diputada, pero sobrevoló la idea de que, cansado de sus desplantes y posiciones ultra críticas, fuera el propio Gobierno el que decidiera prescindir de su aliada. Ella algo de eso percibió, porque le dijo a un colaborador que confirmara su presencia televisiva para "aclarar" algunas cosas.

No hizo falta ser muy perspicaz para darse cuenta que esa noche en pantalla estuvo una Carrió mucho más medida, sin los acostumbrados juicios terminantes, que volvió a pedir la renuncia de Magdalani pero en un tono casi amable y que eludió referirse al supuesto espionaje en Paraguay.

Están agotados

De Mauricio Macri hacia abajo, un altísimo porcentaje de funcionarios revela en conversaciones privadas que Carrió les ha colmado la paciencia, que por momentos se torna insoportable y que se hace muy difícil convivir así en el oficialismo. Son los que sugieren que después de las elecciones, la Casa Rosada podría tomar distancia de la diputada. Desde fuera del Gobierno replican que eso no será posible porque como es un símbolo contra la corrupción, tenerla de aliada le garantiza a Macri no ser investigado.

A propósito de la corrupción, el escándalo Odebrecht sigue prometiendo graves revelaciones acerca de las coimas pagadas por esa empresa a funcionarios del gobierno kirchnerista, pero todo está rodeado de un espeso humo de incertidumbres. Esas dilaciones de la Justicia para avanzar en la investigación siembran la duda acerca de si hay otras razones para que no estallen nombres y pruebas.

Tanto el jefe de Gabinete, Marcos Peña, como el propio Presidente han sostenido con énfasis en estos días que los involucrados son quienes se relacionaron con la obra pública en el anterior gobierno, y que si no se conoce nada hasta ahora es debido al ocultamiento que hace la Procuradora Alejandra Gils Carbó. En círculos elevados de Tribunales se afirma que es el kirchnerismo el más comprometido, pero que algunos de los episodios que se conocerán también vinculan a personas cercanas al actual gobierno.

A todo esto la política electoral sigue centrada en el principal interrogante que es si Cristina Fernández de Kirchner dará o no la batalla interna en las primarias que le propone su exministro Florencio Randazzo. La firmeza y determinación de Randazzo para eludir las presiones e insistir con la competencia en las PASO, ha sido en la semana que pasó un dato relevante.

Una jugada

Algo que describen las encuestas que leen todas las fuerzas políticas, es que la sociedad en forma mayoritaria está decidida a no volver hacia atrás. Basado en esa señal, el peronismo no kirchnerista que encarnan miles de dirigentes en todo el país –incluidos los gobernadores de ese signo- está convencido que esa fuerza política sólo podrá renovarse y reorganizarse en modo democrático si se saca de encima al kirchnerismo.

El dilema de estos “bien pensantes” es que hoy la proporción de votos en provincia de Buenos Aires es de 4 a 1 a favor de Cristina si va a la interna con Randazzo. Pero ellos mismos suponen que las cosas podrían nivelarse con votos ajenos, como lo permite la ley de primarias, ya que el oficialismo macrista en ese territorio irá con lista única y muchos votantes de Cambiemos en octubre, podrían votar a Randazzo en agosto para hacerlo contra Cristina.

Algo de eso sucedió en la segunda vuelta por la Jefatura de la Ciudad de Buenos Aires en 2015, cuando fue evidente que hasta el peronismo ligado a La Cámpora votó a Martín Lousteau para achicar el margen de Horacio Rodríguez Larreta. No les alcanzó, pero con los votos que habían sido de Mariano Recalde, Lousteau perdió el balotaje por sólo 3 puntos.

Por ahora todas son especulaciones, pero hasta algunos allegados a Cristina confiesan que su jefa no tiene voluntad de bajar al barro electoral de una campaña intensa, y que su rol es ser la conductora desde la superestructura. A eso los peronistas tradicionales tampoco lo quieren porque sería un retroceso.

Los otros dos episodios de la semana fueron la designación de Jorge Faurie como nuevo canciller en lugar de Susana Malcorra, y la súbita muerte del financista Aldo Ducler justo dos días después de haberle ofrecido al Gobierno dar información sobre la corrupción kirchnerista. Ambos temas prometen tela para cortar.