Panorama político nacional: Un voto que servirá para abrir caminos

Por Carlos Sacchetto

(EFE)
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A sólo una semana de las primarias, el clima preelectoral se vive con tan poca intensidad que los ciudadanos parecen haber asumido la irrelevancia de estos comicios. Si no fuera por los espacios dedicados a las fuerzas políticas y candidatos en los medios audiovisuales, podría asegurarse que una buena cantidad de los integrantes del padrón electoral no están enterados de que el próximo domingo deben ir a votar.

A esta situación han contribuido la falta de competencia interna de los partidos –que es uno de los fundamentos teóricos de las PASO-, y las características casi similares que tienen las campañas. Ahora el proselitismo se hace con timbreos, visitas a barrios o pequeños emprendimientos, para sostener el cara a cara con los votantes. Ver en la televisión o leer en los diarios esos encuentros no despierta el interés de las audiencias.

No ocurre lo mismo con los actores del sistema político, que toman esta elección como un imprescindible testeo de la voluntad ciudadana para encarar con datos más sólidos el camino hacia octubre, cuando los votos sí tendrán otro valor. Leen con ansiedad las encuestas, buscan aparecer en los medios, especulan con escenarios diversos y negocian adhesiones de último momento. A todos por igual les preocupa la apatía de la sociedad, y temen que un bajo porcentaje de votantes no permita proyectar iguales comportamientos en la próxima elección.

Ese es el motivo por el cual algunas figuras del Gobierno, como la vicepresidenta Gabriela Michetti o integrantes del gabinete nacional han salido a pedirles a sus seguidores que no dejen de votar. En forma simultánea agitan la posibilidad de un triunfo de Cristina de Kirchner en la provincia de Buenos Aires, asociándola con el retorno a un pasado que se encargan de recordar con sus peores facetas. A falta de entusiasmo, el temor también moviliza.

Los análisis

En el gobierno de Mauricio Macri están convencidos que Cambiemos ganará la elección a nivel nacional, y lo sostienen con dos argumentos básicos. Uno es que el repunte de algunos indicadores de la economía se perciben de una manera diferente y más positiva en el resto del interior que en el conurbano bonaerense. El otro es que la rival emblemática se ha desentendido de las campañas en las provincias. Cristina ha concentrado todos sus esfuerzos en Buenos Aires, donde reside su mayor capital político.

De todos modos, no son pocos los funcionarios de primer nivel de la Casa Rosada que creen que a pesar de la paridad en las mediciones de intención de voto en territorio bonaerense, el oficialismo podría terminar uno o dos puntos arriba de la expresidenta. Ese optimismo surge de encuestas propias que sólo llegan a los miembros de la mesa chica que conduce la campaña, y que encabeza el cada día más poderoso jefe de Gabinete, Marcos Peña.

Pese a que en el Gobierno se dan aliento preguntando las razones por las cuales Cristina se mantiene casi en segundo plano y no muestra a sus candidatos, como si no estuviera segura de su triunfo, nadie se formula una autocrítica por haberla elegido como objeto de confrontación. Al analizar las cifras de apoyo a la exmandataria, las atribuyen a su predicamento en un sector ideologizado de la sociedad, a los bolsones de mayor pobreza y a los aparatos clientelares de los intendentes que le son incondicionales.

En el cristinismo confían en un triunfo claro en la provincia de Buenos Aires, con la seguridad de que ese mismo caudal seguirá fiel en octubre. Agregan que una vez demostrado ese poderío en las urnas bonaerenses, Cristina sí saldrá a recorrer el país para fortalecer la estructura kirchnerista.

Lo necesario

Cualquiera sean los resultados del domingo próximo, el Gobierno macrista va a necesitar reelaborar una agenda de negociaciones para alcanzar acuerdos parlamentarios, ya que seguirá en minoría en el Congreso. Para eso tendrá que modificar su manera endogámica de gobernar, abriendo más el juego político como lo ha reclamado desde la Cámara de Diputados el "tridente" Emilio Monzó, Mario Negri y Elisa Carrió, artífices de varios salvatajes ante repetidas torpezas del Ejecutivo.

Entre aquellos acuerdos deberá estar la imprescindible negociación sobre la coparticipación federal de impuestos, ante los planteos de la gobernadora bonaerense a la Justicia por el fondo del conurbano y el resto de los mandatarios provinciales, que reclaman equidad en la distribución de sus porciones. Esos gobernadores peronistas tienen junto al senador Miguel Pichetto el convencimiento de que Cristina ya no los representa ni comanda, y además se ven urgidos por sostener la gobernabilidad en sus distritos.

En estas últimas semanas previas a la elección, el Gobierno ha dado a conocer datos alentadores sobre la recuperación de algunos sectores productivos, como la industria y la construcción, que se suman a la buena situación de la actividad agropecuaria. El combate contra la inflación mantiene en estado latente la combinación entre el valor del dólar, los aumentos de tarifas y los precios de la canasta familiar. Por eso los resultados del domingo serán una primera y elemental muestra del respaldo o no de la sociedad a la intención del Gobierno de seguir por ese camino.

También habrá una señal dirigida a la Justicia, que servirá como referencia para los magistrados que mantienen en un sueño eterno causas por corrupción que, al no ser resueltas, provocan descreimiento y deterioran la imagen de la institución. No habrá competencia interna de candidatos, pero la voluntad popular, como siempre, podrá ser buena orientadora.