Dakar Classic: la aventura más romántica dentro de la odisea

A bordo de un Lada, réplica del que manejó su padre en el París-Dakar 1982, el francés Romain Grabowski se prepara para la segunda semana del Dakar Classic junto con su pareja.

La dupla francesa Grabowski-Chenard en el Dakar Classic 2022. Compiten vehículos de 1979 a 2000.
La dupla francesa Grabowski-Chenard en el Dakar Classic 2022. Compiten vehículos de 1979 a 2000. Foto: ASO

De 24 vehículos en 2021, pasaron a ser más de 140 este año. Son los que animan el Dakar Classic, prueba de regularidad que se desarrolla en forma paralela al Dakar 2022, en Arabia Saudita. Y entre los participantes, se destaca la pareja francesa formada por Romain Grabowski y su compañera Constance Chenard. Toman parte de la prueba a bordo de un Lada Niva 4x4, réplica del que pilotó el padre de Romain en el París-Dakar 1982.

Este sábado, como todos los demás competidores, tanto del Dakar como del Dakar Classic, vivieron la jornada de descanso en Riad, la capital saudí; repusieron fuerzas, revisaron su coche y están listos para la segunda y última semana de carrera. “Estamos muy contentos. Es una gran aventura. Durante la primera semana del rally, hemos tratado de golpear lo menos posible el coche, para poder llegar al final del evento”, le comentó Romain a Vía País.

Grabowski trabaja en la compañía Motul, que es el principal sponsor del Dakar. Pero, fundamentalmente, es un gran apasionado del famoso rally-raid; de chico siguió la epopeya del deporte motor, ya que su recordado padre, Denis Grabowski, compitió en las primeras ediciones de la gran aventura creada por su compatriota Thierry Sabine.

Denis Grabowski y Philippe Chéron, en el París-Dakar 1982.
Denis Grabowski y Philippe Chéron, en el París-Dakar 1982. Foto: R. Grabowski

El padre de Romain pilotó un Lada en 1982, junto a Philippe Chéron; y también fue copiloto en un Toyota HJ45 en 1984 y 1985, año en el que tomó parte también del rally la familia real de Mónaco, con el príncipe Alberto (en Coches) y su hermana Carolina (en Camiones), además de Mariana Simionescu, la ex esposa de Bjorn Borg, y el ex piloto suizo de Fórmula 1 Clay Regazzoni, cuyas piernas quedaron totalmente paralizadas después de su accidente en Long Beach, en 1980.

De hecho, uno de los documentos que Romain lleva a bordo de la réplica que él mismo armó del Lada con el que su padre corrió el París-Dakar ‘82 -el que ganaron los hermanos Marreau, con un Renault 20 Turbo pero que trascendió por el extravío del británico Mark Thatcher, hijo de la entonces primera ministro Margaret Thatcher - es la carta de aceptación para participar de aquella cuarta realización del rally-raid.

La nota, de la entonces TSO -Thierry Sabine Organisation- está firmada por el mismísimo Sabine, quien falleció durante la edición de 1986 cuando se estrelló el helicóptero que tripulaba y desde el que trataba de orientar a motociclistas que se habían extraviado.

“Cuando comencé con la idea de construir una réplica del Lada con el que corrió mi padre en 1982 pensaba en ser parte de un evento anual africano al que asisten apasionados del Dakar con vehículos de las primeras épocas del rally. Pero, más adelante (para 2021), se creó el Dakar Classic, dentro del mismo rally Dakar, así que fue realmente genial poder inscribirnos y vivir esta gran aventura”, cuenta Romain.

La modalidad de disputa del Dakar Classic es la de regularidad. Esto quiere decir que no se compite en velocidad libre sino a través justamente de la regularidad, de marcar con la mayor exactitud posible el tiempo preestablecido por la organización para cada una de las jornadas. A los equipos se les suma puntos como penalidad, y la clasificación se ordena en base a eso. Es decir que gana el equipo que sume la menor cantidad de puntos.

Al cabo de la primera semana, lideran la tabla los españoles Jesús Fuster Pliego y Juan Carlos Ramírez Moure, quienes compiten con un Mercedes G320, preparado por Tomás Moreno y asistido por Rumbo Zero-Herrador Motorsport.

Romain y su compañera Constance ocupan el puesto 104. Pero, como se suele decir en estos casos, el resultado no es más que una anécdota. Porque lo que realmente importa es vivir esta gran aventura romántica dentro de la odisea del deporte motor.