Cuarentena en el AMBA: conviven el Covid-19, el trueque y el pánico político a lo que viene

Nueve de cada diez casos confirmados en los últimos siete días están en esta zona del país, donde viven 16 millones de personas.

Organizaciones sociales marchan en la 9 de Julio \
Organizaciones sociales marchan en la 9 de Julio \

Las autoridades políticas no saben cómo pedirlo. Se ha llegado a una instancia de hartazgo social y descalabro económico insoportable. La pobreza y el hambre se han disparado. Pero parece inevitable el volver atrás con la cuarentena. El Área Metropolitana de Buenos Aires, la zona más poblada del país, está ante su mayor desafío: un nuevo confinamiento estricto tras 96 días de un encierro que se ha ido flexibilizando.

"Un esfuerzo más", pedirá el presidente Alberto Fernández. Todo apunta a que será el jueves, dado que el domingo 28 vence el mandato de aislamiento actual. Allí, junto a él, estarán el gobernador bonaerense oficialista Axel Kicillof y el jefe de Gobierno porteño opositor, Horacio Rodríguez Larreta. Todos unidos por un mismo sentimiento: el pánico a contar muertos en las calles.

.
.

Larreta dijo este martes que aún no sabe si será el jueves o el viernes cuando se decidirá si se impondrá una restricción mayor a las actividades por la pandemia. Y admitió lo evidente: le preocupa la cantidad de casos y el número de camas de terapia intensiva ocupadas. Pero ratificó que se opone a ir completamente a fase 1, como quieren Kicillof y Fernández por 15 días.

Larreta titubea ante la situación de tener que tomar una decisión política. La crisis económica en la ciudad ha quebrado comercio y empresas. Pero su ministro de Salud, Fernán Quirós, no anduvo con vueltas al ser consultado. "Pediremos un último esfuerzo a los ciudadanos", dijo tras señalar que esto ocurrirá si en los próximos días se sigue sosteniendo la tendencia en alza de los casos diarios de coronavirus en la Ciudad.

AMBA, zona caliente

Las imágenes que llegaron de Brasil, Ecuador, Europa y hasta de la todopoderosa Nueva York atemorizan a la dirigencia. Los 24 intendentes del Conurbano, peronistas y macristas, están desesperados. Los casos se multiplican en geriátricos. Y ya el 96% de los contagios que se confirman a diario están en el AMBA, donde residen 16 millones de personas. Desde que desembarcó el virus, el 88% de los 44.931 contagiados registrados casos están aquí.

Después de los médicos, enfermeros y las fuerzas de seguridad, que vienen al límite de la operatividad, los intendentes están en la primera línea de fuego. Recorren los barrios vulnerables repartiendo alimentos –junto al ministerio de Desarrollo Social de Nación- y lideran los operativos del programa Detectar, con el que se buscan contagiados y contactos estrechos, posibles focos para aislarlos en forma temprana.

.
.

Pero la enfermedad avanza. El testeo en esta zona del país viene aumentando un 40% por semana. Pero también crece el índice de positividad: en la Capital Federal llega al 43% y en el Conurbano, al 34%. Mientras tanto, del total de camas de terapia intensiva con respirador artificial, el 65% ya están ocupadas (en su mayoría por otras patologías y con los casos de Covid-19 en crecimiento).

En la Capital Federal, hay casos en las 15 comunas. De los 48 barrios, los más complicados son Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Montserrat, Constitución, Flores, Parque Chacabuco, La Boca, Barracas, Parque Patricios, Nueva Pompeya, Villa Soldati, Villa Riachuelo y Villa Lugano. En ellos hay 12.334 casos, el 61,6% del total del distrito.

Según los datos promedio de los últimos siete días, hoy el mayor impacto del Covid-19 está en la Capital Federal. Allí hay 1.544 casos por millón de habitantes cuando en el conurbano es de 497 y en el resto de la provincia de Buenos Aires, de 30. El Chaco está en 198; Río Negro en 181; Neuquén 167; Chubut 58; Entre Ríos 52; Córdoba 21; Santa Fe 16; y Mendoza sólo 12.

No obstante, la tendencia muestra que el conurbano es una bomba de tiempo. Mientras que la duplicación de casos en la Capital Federal está en 17,9 días; en la zona oeste del Gran Buenos Aires está en 10,3 días; en el sur se ubica en 11,7 días; y en el norte de esta misma zona, en 12,6 días, de acuerdo con datos del ministerio de Salud de la Nación.

Bajo el programa DetectAR, las fuerzas de seguridad realizan estrictos controles en la terminal de trenes de Constitución. (Clarín)
Bajo el programa DetectAR, las fuerzas de seguridad realizan estrictos controles en la terminal de trenes de Constitución. (Clarín)

Crisis económica

Estas tendencias son las que preocupan a Kicillof. Y por ellas el mandatario bonaerense viene presionando para “cerrar el AMBA”. Mientras tanto, en el conurbano hay industrias que están habilitadas para volver a funcionar hace diez días, pero los intendentes tienen pisados los decretos que dan luz verde a los permisos finales, con los protocolos sanitarios autorizados. Mientras, la gente va flexibilizando de hecho la cuarentena por la desesperación de salir a buscar el mango para sobrevivir.

A su vez, ya casi no quedan cuadras en los centros comerciales de las principales ciudades del conurbano en las que no haya locales que se vaciaron en los últimos tres meses. En la Capital, cuando llegó la autorización a principios de junio, sólo el 69% de los locales barriales de indumentaria y el 74% de calzado reabrieron sus puertas tras 80 días de inactividad. El resto se mantuvo cerrado y no se sabe cuál será su destino.

En el GBA, más allá de la asistencia social del Estado que muchas veces llega tarde (Anses demoró 72 días en completar el pago del primer Ingreso Familiar de Emergencia), la gente sobrevive como puede. En Moreno, 36 kilómetros al oeste del Obelisco, las plazas se llenaron de feriantes manteros que venden ropa, nueva y usada, que el último fin de semana fueron levantadas por la Policía.

Y en las redes sociales se multiplican vertiginosamente los intercambios, en lo que eran grupos de compra y venta. El truque que en los últimos dos años estuvo físicamente en algunas plazas (como la de Francisco Álvarez) se trasladó a Facebook. Allí, la gente intercambia una camisa, una pollera, un pantalón o un sonajero de bebé por dos paquetes de polenta, fideo o arroz. Porque el hambre crece.