Claudio Rissi adelantó "La novia del desierto"

Conoció Europa por primera vez en mayo y fue nada menos que a Cannes. Ahora viaja a San Sebastián y no lo puede creer este actor de tantísima experiencia en tele y en teatro que, con el film La novia del desierto -estrena hoy- conoció el glamour de su oficio.

Claudio Rissi.
Claudio Rissi.

Por Javier Firpo

Es un personaje entrañable, amiguero, charleta, contador de anécdotas tan fantásticas como incomprobables, laburador a pulmón y, sobre todo, un actor que nunca defrauda encarnando al tipo más despreciable, al gaucho más pirata, al atorrante más querible y hasta al transexual más desopilante. Claudio Rissi garantiza un rato ameno siempre, ya sea en un escenario, frente a una cámara o tomando un café. “Estoy en medio de un quilombo entre carpinteros y albañiles, pero hablemos de lo que quieras”, invita el actor de “El marginal”, “Terrenal”, “Kilómetro limbo” y “La novia del desierto”, que hoy se estrena en cine.

Cuenta Rissi que se está mudando a Boedo, su barrio de siempre, pero ahora con la categoría de “propietario” después de haber sido inquilino toda la vida. “Nunca me interesaron los ladrillos, lo que me preocupaba era pagar el alquiler cada mes, con la inconstancia de nuestro trabajo. Ahora, si me quedo sin laburo, al menos el rancho está”, saca conclusiones.

Con esa voz bien criolla, con una actitud carismática en su manera de ser, Claudio cuenta que está viviendo un presente distinto, quizás el más fascinante y abismal desde que es actor. “Abismal”, dice, por esto de que abajo está el mismísimo abismo, “pero no miro para abajo”. Y “fascinante” porque una jugada ajedrecística magistral le abrió las puertas de un mundo tan impensado como glamoroso. ¿Qué hizo? Dejó un obra teatral de esas que funcionan solitas como “Terrenal” (de Mauricio Kartún) después de dos años intensos, para ver qué sucedía... Y le pasó de todo con algo que parecía pequeño y con poco recorrido: “La novia del desierto”, el encantador cuento de Cecilia Atán y Valeria Pivato que enamoró a este soltero Don Juan.

“Decidí dar un paso al costado y bajarme de ‘Terrenal’ con todo lo que significa para alguien que vive al día, abandonar un espectáculo que funciona. Pero sentía que ya no podía darle más a esa obra (de Mauricio Kartún). Mi estancia allí estaba agotada, ya entrando en zonas raras, que no me daban placer. Sostener algo que fue pero que no es, enferma, especialmente cuando tenés que hacer un esfuerzo mayor al conveniente... ‘No empuje al río, que el río fluye solo’, decía un amigo”. Con la página en blanco, sin actividad, de pronto le cayó del cielo la obra “Kilómetro limbo” (lunes, a las 20, en El Tinglado) y luego el rodaje de “La novia del desierto”, protagonizada por la exacta Paulina García, la chilena que se luce en “La Cordillera”.

Experimentado actor de cabojate, “La novia…” destapó un paisaje insonsable para este actor de 61 años. “Yo le debo mucho a esta ‘novia’. Pensá que nunca había cruzado el charco, y yo, así como me ves, estuve en Cannes en mayo pasado. Esa fue mi primera vez en Europa y ahora me estoy yendo a San Sebastián, donde la película competirá en la sección Horizontes Latinos. Yo soñé toda mi vida con Cannes, ¿podés creer? Si no hubiera tomado la decisión de irme de ‘Terrenal’ nada me habría pasado”, deduce.

Pero de entrada habías rechazado participar en la película...

Sí, porque el teatro me tenía de rehén... Pero cosas de la vida, el rodaje se retrasó milagrosamente y me dio otra oportunidad. Sentí que era una señal que no podía desaprovechar.

¿Cómo fue ir a Cannes?

Otro mundo que nada tiene que ver conmigo, pero a la vez yo fui por mérito propio. Y gracias a ese viaje a Cannes, estiré la estadía y me fui a Roma, por Dios, otro sueño cumplido. Me sentí todopoderoso. Pero Cannes fue ver a esas figuritas que ves en la tele pero ahí nomás, de carne y hueso.

Como te sucedió con Uma Thurman...

Qué momento inolvidable. Ojo, que estuvé ahí de que se viniera a Buenos Aires. Hablamos largo y tendido, pero estaba ocupado -guiña un ojo-.

Vale decir que Thurman fue jurado de Cannes y se acercó a Rissi para felicitarlo por su labor en “La novia...”. La charla fue filmada, subida a las redes y el video se viralizó.

“La novia del desierto” es una road-movie que narra las vicisitudes de Teresa (García), una mujer que se desempeñó como empleada doméstica en Buenos Aires, hasta que debido a la venta de la casa familiar, debe buscar nuevos horizontes y acepta una propuesta laboral... en San Juan. Por una cadena de eventualidades queda varada en un santuario, donde conocerá al Gringo (Rissi), un solitario vendedor que se mueve en una casa rodante.

¿Qué tiene El Gringo?

Es un vendedor de baratijas, que va de pueblo en pueblo, por el noroeste argentino en su casa rodante. Es un gitano que anda por la vida, un lindo atorrante que se las rebusca, hasta que su rutina se modifica cuando levanta en el camino a una señora desempleada.

Un personaje que, lentamente, se fue haciendo su lugarcito...

El Gringo fue poco a poco ganándose su espacio, cobrando vida y fluyendo en su doble dimensión de atracción amenazante y seductora dulzura.

Volvemos a "Terrenal", donde te luciste en una obra maravillosa... ¿Cuál es la moraleja?

Que hacer teatro te da medios para vivir, y también vidriera, y que no hacer teatro te permite vivir y gozar.

Cuenta Rissi que hay de todo en este trimestre final de su glorioso 2017. En lo inmediato estará en San Sebastián disfrutando de las delicias del País Vasco. Después aparece en el horizonte la segunda parte de “El Marginal”. “Si todo está en orden, en noviembre empezaré a filmar la precuela, que contará la historia de los hermanos Borges (Mario, que es él, y Diosito, que interpreta Nicolás Furtado), de quienes se sabrá más sobre su vida”. Y en unas semanas retomará “Kilómetro limbo”, la pieza en la que interpreta al Taqueño, un gaucho travesti que ofrece sus servicios en un pueblito del interior. “En cada función camino por la cornisa”, admite.

La novia del desierto Comedia dramática De C. Atan y V. Pivato. Con Paulina García y Claudio Rissi Sinopsis: Teresa (García) trabajó casi toda la vida en una casa de familia que, de pronto, prescinde de ella y su rutina tambalea ante la llegada de un mundo desconocido.