El lado oscuro del Rally: relato en primera persona del caos en Copina

La directora de un portal periodístico contó en detalle el padecimiento de quienes querían cruzar las Altas Cumbres y estuvieron horas varados. 

Hubo congestión y caos vehicular en las Altas Cumbres.
Hubo congestión y caos vehicular en las Altas Cumbres.

Más allá de lo estrictamente deportivo, la desorganización del Rally "castigó" a miles de personas -muchas turistas- que querían cruzar las Altas Cumbres y estuvieron hasta seis horas varadas en la cima de la montaña, sin señal de celular, baños o alimentos.

Una gran parte incluso no pudo llegar a destino y perdió sus reservas, lo que motivó las quejas de los complejos hoteleros de Traslasierra.

Mónica Manrique, directora del portal periodístico Punilla al Sur, fue una de quienes quiso cruzar. Si bien sabía que el tramo podía demorar, jamás imaginó que el cruce directamente iba a estar cerrado por la falta de organización.

El relato de su padecimiento se viralizó en las redes sociales y es reflejo de lo que sufrieron miles de personas. Ella lo calificó como "una experiencia que transita el frágil equilibrio entre la desesperación y el abandono".

Acá, completo:

Por anticipado, pregunté a la Policía y algunos funcionarios de la provincia de Córdoba si estaría cortada la ruta a las Altas Cumbres, por el prime del Rally Punilla. Me aseguraron que "de ninguna manera pasaría eso: sería una locura interrumpir el tránsito en la ruta".

Confiada, partí el sábado 28 de abril a las 8.30 desde San Antonio de Arredondo a traslasierras, camino a otro destino.

Al pasar el tramo de Copina, con la Policía Caminera y de la provincia, que asesoraba y dirigía a los automovilistas, rumbeamos, mate en mano, a un viaje de ocho horas. El reloj indicaba que a las 17.30 estaríamos allí, previa parada en la feria de Las Rosas, para abordar un nuevo viaje a la cordillera.

Al llegar a dos kilómetros antes de El Cóndor, a las 9.15, centenares de autos ya estaban varados. Había que esperar hasta las 11 que abrieran los caminos para que los amantes del Rally empezaran ingresar a la zona delimitada.

Pasaron las horas. Sólo pude ir subiendo por face, en los tramos con señal, algunas imágenes que podía sacar.

Desde Copina a El Cóndor esperamos cuatro horas en estado de injusticia absoluta. Sin información, la única certera fue la de los bomberos de Icho Cruz, que me puso en alerta de espera.

En cuatro horas, en que ya los automóviles se podían contar por miles y se rompieron las manos de ida y vuelta del peligroso camino a Las Altas Cumbres, sólo pasó un móvil de la Caminera.

Asistí a personas en pánico, porque no había como moverse. Enfermos que regresaban de diálisis de Córdoba y debían llegar a Mina Clavero; una hija que iba al entierro de su padre en Caucete, San Juan. Tantas historias como autos que esperaban desesperados en la ruta, alguna señal de movimiento. No se avanzaba ni se podía retroceder, porque los dos carriles y las banquinas se cubrieron de autos.

Una espera de cinco horas, nos permitió llegar hasta El Cóndor, donde dos policías, desviaban los autos al Rally y los que seguían de viaje.

La imagen fue tremenda. Inesperada. Casi un cuento de ciencia ficción. A metros, nos esperaba una caravana de autos que venían en nuestra dirección ocupando todos los carriles.

No había policía, ni caminera. Desprotección absoluta. El caos generalizado y ahora, sí, la casi desesperación del no saber qué ocurre. Cómo se organizó este Rally internacional. Dónde está la seguridad de los ciudadanos y la organización tan publicitada.

El tramo desde El Cóndor hasta La Posta fue trágico. Centenares de autos aparcados en cualquier lugar. Conductores borrachos. Acompañantes alcoholizados circulaban por la ruta sin control. "Es la fiesta del Rally" gritaban con las ventanillas bajas.

Durante seis horas estuvo ausente toda la seguridad provincial en estos kilómetros. Al pasar La Posta, más organizados, la Policía pudo agilizar el tránsito y desviar por otro camino a los miles que iban a la ver la carrera.

No hubo un solo control de alcoholemia. No había recursos humanos para hacerlo. No había organizadores del Rally que se preocuparan y ocuparan por lo que les pasaba a miles de personas varadas en las Altas Cumbres.

Un periodista publicó en uno de mis posteos en Facebook " El lado oscuro del Rally", la frase más certera para este viaje que terminó a la 1 de este domingo, con la paciencia y afecto entrañable de quienes nos esperaban.

No es fácil experimentar nuevas propuestas, como se anunció en esta oportunidad, cuando las anteriores nunca fueron resueltas.

A esta hora de la madrugada, la fiesta del Rally está en su esplendor para miles de personas que llegaron de todo el país y el mundo.

Para los ciudadanos que vivimos lo cotidiano, fue una experiencia que transita el frágil equilibrio entre la desesperación y el abandono.