Caso Mateo Aguirre: desgarradora carta y lágrimas de familiares en la última audiencia

Esperan que se conozca la sentencia a quienes atropellaron al niño de ocho años en Santa Rosa de Río Primero.

Juicio por la muerte de Mateo Aguirre. Los padres del pequeño (Ramiro Pereyra/LaVoz).
Juicio por la muerte de Mateo Aguirre. Los padres del pequeño (Ramiro Pereyra/LaVoz).

Este miércoles se lleva a cabo la última audiencia por la muerte de Mateo Aguirre, el pequeño de ocho años atropellado durante una picada de autos en la localidad de Villa Santa Rosa de Río Primero, el 10 de diciembre de 2016. En este marco, Soledad Zanna, madre del niño, leyó una emotiva carta escrita por la hermana de Mateo.

Tanto “Luchi”, que en el momento del accidente tenía 12 años, como el papá del niño, Neder Aguirre, estuvieron escuchando atentamente y el hombre no pudo contener la emoción y lloró desconsolado.

Por otra parte, este mismo miércoles, en la Cámara 7ª del Crimen, el tribunal técnico integrado por José Luis Cesano (presidente), Ana María Lucero Offredi y Patricia Soria deberá determinar si homologa el acuerdo entre el fiscal Sergio Ruiz Moreno y los defensores de los dos acusados para que reciban penas de prisión en suspenso.

Para Domingo Nahuel Ghione se acordó una pena de 3 años de prisión condicional como el autor del homicidio culposo, mientras que se estableció un castigo de año y medio de prisión también en suspenso para Axel Gastón Pérez por conducción peligrosa.

Por su parte, el jurado popular debe determinar las responsabilidades de las conductas del comisario Omar Lorenzo Pucheta y del oficial principal Eduardo Javier Maidana, acusados de encubrir el siniestro o de intentar de que no sea tratado como un crimen vial. El fiscal Ruiz Moreno pidió este martes penas de tres años y de un año y medio de prisión, en ambos casos de ejecución efectiva.

La carta completa

Éramos nosotros dos. Como hermanos todo lo hacíamos juntos. En mi casa los lugares para comer siempre estuvieron designados, Mateo se sentaba al lado mío, no le gustaba poner la mesa y yo solía quejarme de eso. Compartíamos habitación, cuando íbamos a dormir rezábamos juntos, él repetía lo que yo decía.

En el colegio era excelente, no le costaba aprender, era muy inteligente. Después de su muerte, una tarde mientras íbamos en el auto con mi papá y frenamos en un semáforo y me dice, Luchi sabías que Mateo quería ser abanderado igual que como fuiste vos, no me sorprendió lo que Mateo quería lograr, pero si entró en mí una angustia y un dolor espantoso de saber que no pudo lograrlo.

Cuando voy caminando por la calle y me cruzo a alguno de sus amiguitos o cuando veo un grupo de niños que tienen la edad de Mateo, me lo imagino entre ellos, riendo y jugando como siempre hacía. Muchas veces cualquiera sea el momento en el que me encuentre, levanto la mirada al cielo y digo en voz baja: Cómo sería este momento si vos estuvieras acá.

En nuestra pieza su ropa sigue intacta no podemos moverla del lugar en donde está, y sus juguetes, cartas y canicas están guardadas en una caja donde conservan su esencia, un cuadro con su nombre cuelga en la pared y las mediciones que hacíamos de nuestra estatura se encuentran atrás de la puerta.

Siento que me quedaron muy pocas cosas de Mateo, a veces abro su placard y me pongo a buscar como queriendo encontrar algo que me acerque más a él. Duermo abrazada a un buzo que él usaba seguido y le pongo su perfume (a veces para que no se acabe) y así sentirlo a mi lado. Tenemos un pendrive con fotos y videos de él que nos dedicamos a buscar y a juntar luego de su muerte para verlo cuando lo consideráramos necesario, soy la única de los tres que pudo verlo.

Después que falleció Mateo, no pude volver a dormir en nuestra habitación, pasaron meses cuando por fin me animé, me sentía vacía, completamente sola en esas cuatro paredes donde antes compartía charlas, rezos, peleas y juegos.

Estaba sola acompañando a mi papá y a mi mamá que estaban destrozados al igual que toda la familia, fue muy duro y difícil salir adelante, nos costó y nos cuesta muchísimo.

Es un dolor inexplicable el saber que nunca más vas a verlo, escuchar su voz, escuchar su risa y ese ruido que él hacía con la lengua, no va a estar más al lado mío comiendo todos los días, no pude verlo con el uniforme del secundario ni haber compartido el momento de ir y volver juntos del colegio. Por todo esto que me quitaron, no solo a mi sino a mis padres y a toda mi familia quiero que se haga justicia, porque Mateo como niño y hermosa persona que era, inocente y bueno, se lo merece.