El Gato Andino: por qué es una especie rara para la ciencia a tal punto que lo llaman el “Fantasma de Los Andes”

Además de ser una figura de mitos como algo sagrado, estrechamente ligado a los espíritus de las montañas, a la abundancia y fertilidad económica, el gato andino es una de las criaturas más raras y misteriosas del mundo animal.

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Este felino que se esconde en las cumbres, pocas veces puede ser visto ya que es una especie de hábitos crepusculares que necesita grandes áreas para vivir y en alturas.

Es uno de los animales mamíferos que los científicos no han podido estudiar en profundidad. Hasta el 2019 se conocía que existían 1400 gatos andinos en todo el mundo. Hoy el número es desconocido. Lo único certero es que el gato andino es uno de las cinco especies de felinos más amenazados del mundo.

¿Qué apariencia tiene el Gato Andino?

Su pelaje es predominantemente de color gris cenizo con manchas café rojizas-amarillentas que se disponen en forma vertical a ambos lados del cuerpo dando la apariencia de franjas continuas. Se caracteriza por tener una cola muy larga (66 a 75% del largo de cabeza y cuerpo), gruesa, cilíndrica, de aspecto felpudo y con 6 a 9 anillos anchos y de color café oscuro a negro. Sus patas también presentan bandas o manchas oscuras más delgadas pero que no llegan a formar anillos completos.

Además, su nariz es negra, lo que lo diferencia de su pariente, con quien comparte hábitat y con el cual es ocasionalmente confundido, el gato del pajonal, que tiene la nariz rosa.

¿Qué características tiene el hábitat del Gato Andino?

Las principales características del ambiente donde habita el gato andino son la aridez, las temperaturas extremas, la escasa vegetación y un paisaje donde tienen especial relevancia los parches rocosos que afloran en el paisaje, debido a que proveen refugio a gran diversidad de animales.

Debido a que estos parches rocosos no son continuos, el hábitat del gato andino y de sus presas es naturalmente fragmentado y combinado con las condiciones áridas presenta una alta fragilidad, por lo que modificaciones ambientales menores pueden tener un gran impacto en las especies que habitan este paisaje.

La presencia del gato andino está asociada a ciertas características del terreno como la cercanía a fuentes de agua y esos parches rocosos que pueden albergar a sus presas, entre las cuales se encuentra la vizcacha de montaña o chinchillón (Lagidium spp.) que es la que aporta mayor cantidad de alimento a su dieta.

Esta dependencia de los roquedales, que están naturalmente aislados en el paisaje, asociada al difícil acceso y al carácter huidizo natural de los pequeños felinos, han hecho que sea una especie muy poco conocida a nivel mundial y se considera amenazada de extinción.

¿Por qué el gato andino es una especie “rara” o “fantasma” para la ciencia?

El “leopardus jacobita”, que es su nombre científico, habita a lo largo de los Andes de Argentina, Chile, Bolivia y Perú. Y es tan misterioso que hasta hace veinte años la ciencia apenas sabía de su existencia.

Del centenar de biólogos abocados a su investigación, que componen la AGA (Alianza Gato Andino), provenientes de esos cuatro países, sólo 4 o 5 han podido verlo.

Según los científicos es considerado entre los dos gatos más raros, hermosos y amenazados del mundo.

Es muy difícil de verlos, porque es de hábitos nocturnos, es muy huidizo y muy raro. Vive en la alta cordillera, sobre los 3.000 metros; incluso puede llegar a los 5.000 metros.

El fotógrafo alemán Günter Ziesler logró captar por primera vez esta especie en 1987, en el sector del salar de Surire, mientras intentaba fotografiar a las vizcachas.

Y sólo dos publicaciones sobre este gato hubo desde 1998. Por lo que la curiosidad de los biólogos sudamericanos se apoderó y desde AGA se realiza un enorme esfuerzo para dar a conocer la especie y sensibilizar a las personas de las regiones del territorio sobre la fragilidad de este animal y la necesidad de protegerlo.

El Gato Andino como figura mitológica o leyendas

El Gato Andino fue figura importante en las culturas prehispánicas. Petroglifos, vasijas y elementos rituales muestran a un felino moteado dotado de una larga y gruesa cola anillada.

Pero también aparece en narraciones como mitos que hacen referencia al Qhoa, también conocido como titi, tite, oscollo, las Quechua y la Aymara.

El mito habla sobre un felino volador capaz de traer las lluvias al altiplano (Kauffmann, 1991).

Para la gente era sagrado. El gato andino era considerado cuidador de los cerros de la alta montaña.

También se lo reconoce por su relación estrecha con las lluvias, encarnando la unión de las fuerzas necesarias para la continuidad y generación de la vida.

Titi es mensajero de los apus o achachilas, intermediarios entre el ser humano y las divinidades, encargados fundamentalmente de la fertilidad, ya sea del ganado o de la chacra y, contemporáneamente, del dinero.

Este mismo felino es el que se encuentra entre las figuras dibujadas en el altar mayor en el templo de Coricancha en Cuzco, representación considerada la síntesis de la cosmovisión andina (Giraldo-Jaramillo, 2015).

¿Por qué el Gato Andino está en peligro de extinción?

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) los incluyó en su lista roja de animales en peligro de extinción.

Las principales amenazas para la conservación de este elusivo felino en la región son la cacería por parte de los pobladores quienes los confunden con zorros o pumas que amenazan su ganado; perros sin control, y el desarrollo de actividades de industrias extractivas que no incluyen a la especie en sus estudios de impacto ambiental.

Según AGA, en la actualidad, la mayor amenaza que afronta este animal es la pérdida de su hábitat ocasionada por las industrias extractivas como la minería. Las canteras y el fracking (o fracturación hidráulica) consumen cantidades masivas de agua.

Otra hipótesis de su conservación es que sus poblaciones tienen una baja diversidad genética, aseguran.

¿En la actualidad, cómo investigan a los Gatos Andinos?

Los científicos sudamericanos se valen de herramientas como ‘cámaras trampa’ que depositan en las altas cumbres, después de camuflarlas y que se disparan ante la presencia de un animal.

Así fue como se confirmó que gran parte de la actividad del gato andino la desarrolla en horas de la noche, que suele dar a luz de dos o tres cachorros dentro de grietas u hoyos de las piedras, que alcanza su madurez sexual a los 2 años y llega a pesar hasta 6 kg. Y que su esperanza de vida en hábitat salvaje rondaría los 9 años, aunque no se sabe con precisión.

Todo esto en grabaciones de meses, años de observación. Y con algunas complicaciones tecnológicas que hacen aún más difícil ampliar conocimientos sobre este “Fantasma de Los Andes”.

Pocos son los gatos andinos que el científico pudo tener contacto. El último caso que causó extrañeza fue la aparición de esta especie en un campo sintético de fútbol, en Patacamaya, en marzo del 2016.

El felino fue cuidado en cautiverio, analizado, investigada su biología, y cuando comenzó a mostrar señales de estrés se lo libero, pero con un radio collar para rastrearlo en su ámbito natural.

El problema apareció tiempo después cuando el aparato dejó de funcionar o perdió señal.

¿Dónde fue el último avistamiento de un gato andino en Mendoza?

El gato andino, conocido como “el fantasma de los Andes”, fue registrado y fotografiado en la zona cordillerana de la localidad mendocina de Uspallata, en mayo del 2023.

Un anterior antecedente fue el 15 de junio del año anterior, con cámaras trampa colocadas en ese mismo lugar cuyas imágenes se registraron con el animal caminando a las 5:20.

Para lograr esto, se colocaron en noviembre del 2021, unas 20 cámaras trampa, ubicadas en la Reserva Natural de la Defensa Uspallata, área que se encuentra hasta hoy bajo la protección del Ejército Argentino.

Otro avistamiento fue en septiembre del 2019, en la Reserva Natural Villavicencio (RNV).

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Cabe aclarar que en esta región de Mendoza ya se había realizado un avistamiento, en septiembre del año 2008 pero no se confirmó sino años después mediante las cámaras trampas. Antes había sido imposible saber si el animal correspondía a un residente o a un dispersante, ya que nunca se volvió a registrar su presencia en la reserva.