Los sueños se cumplen: Martín Ríos, el bailarín que dejó Posadas para estudiar danzas urbanas en Buenos Aires

El misionero de 23 años baila desde que tiene memoria, pero, sin embargo, se dio cuenta que quería llevar su hobby a otro nivel y profesionalizarse en Buenos Aires.

Martín Ríos, el misionero que dejó todo para estudiar danzas urbanas en Buenos Aires.
Martín Ríos, el misionero que dejó todo para estudiar danzas urbanas en Buenos Aires. Foto: Instagram

Bailar es uno de los hobbies más divertidos y apasionantes que existe, pero convertirse en bailarín profesional es una de las tareas más difíciles para aquellos que practican esta actividad.

Sin embargo, Martín Ríos, oriundo de Posadas, Misiones, se alejó de sus tierras y luchó hasta alcanzar sus sueños: estudiar danzas urbanas en Buenos Aires, el lugar en donde habitan los más reconocidos artistas de este ritmo.

¿Cómo surgió esta pasión?

El misionero de 23 años vivió gran parte de su infancia con sus abuelos, debido a que sus padres no podían solventar los costos de la crianza total de sus tres pequeños, pero un día, decidió transitar la preadolescencia junto a ellos. Así fue como, con 11 años, volvió a su verdadero hogar, bajo una educación más bien liberal.

Con respecto a sus primeros pasos con la danza, Martín empezó a introducirse en la actividad desde muy chico: “Empecé a salir, a conocer gente y a juntarme con vecinos del barrio y, un día, vi que enseñaban en la plaza principal danzas brasileras, y fui y me encantó. También, conocí lo que era el bullying y la discriminación...”.

La oportunidad de bailar se presentó ante mí, yo siempre amé bailar. Mi primer encuentro con la danza fue con el programa de televisión Patito Feo, me juntaba los domingos con mis primas a bailar las coreos de las Divinas”.

Su encuentro con las danzas urbanas

Más grande, con 16 años, el soñador se dio cuenta que amaba exponerse ante las cámaras, subirse a un escenario y “darlo todo”, pero notó que no podía quedarse solo con eso: “Me lo empecé a tomar más en serio cuando bailé delante de 40 mil personas, ahí hice un click y me dije ‘me quiero dedicar a esto’”.

Sin embargo, Martín sabía muy bien lo que quería, pero tenía pánico a comentárselo a sus padres: “Me preguntaban todo el tiempo qué quería estudiar, ellos ya pensaban en pagarme una universidad y ahí fue cuando les dije que quería bailar. Se lo tomaron súper bien, de hecho, hasta me dijeron que me abra un estudio, pero también me advirtieron que me iba a costar”.

“Con el pasar del tiempo, comencé a tener más producciones, a dar mis primeras clases y me di cuenta que, lastimosamente, Posadas me estaba quedando chico con la formación para convertirme en bailarín. Había tomado clases con todos y nada me llenaba, hasta que conocí a una profesora en particular de urbano que me despertó”.

Se trata de Jéssica Heredia, la profesora de reggaetón que le abrió los ojos al artista, brindándole todo su conocimiento y pasión extrema por esta danza: “Si yo tenía las alas atadas ella, sin dudas, me las desató y me hizo volar. Sin conocerme mucho, me subió a escenarios y me hizo competir, gané premios, la reemplacé en las clases, era alguien que constantemente me motivaba para seguir tomando clases e irme de la provincia”.

“Esto es lo mío, acá me quedo”: su llegada a la provincia del arte, Buenos Aires

El misionero todavía necesitaba inspeccionar más este artístico mundo, es por eso que decidió invertir en sus sueños y alejarse del nido: “Yo tenía mucho miedo de venir a Buenos Aires a estudiar, encima solo, sin mi familia, yo pensaba venir una vez cada tanto, pero jamás se me pasó por la cabeza quedarme a vivir, pero, en 2022, cuando los estudios de danza estaban más liberados post pandemia, decidí que ese era el momento de animarme, me dije ‘esto es lo mío, acá me quedo’”.

Así es como, muy nervioso pero decidido con lo que quería hacer, comenzó a vivir solo en la alocada provincia, cerca de los estudios de danza en donde estudiaría.

A la hora de elegir con quién formarse, no lo dudó y se anotó en todas las clases de esta profesora especial, la cual Martín admira y la sigue en las redes desde muy chico: “En los últimos años me encontré con una persona que me desafía un montón y me ayudó a evolucionar mucho, esa mujer es Pipi Echeverría”.

Actualmente, Pipi es la coreógrafa de Rombai y una de las bailarinas principales de Lali, sin dudas, es una talentosa artista que vino al mundo a romper con los esquemas junto a su carisma, fuerza y su cálida enseñanza a la hora de formar bailarines profesionales.

“Me siento muy identificado con su estilo, es versátil y yo también me considero así, no soy solo un bailarín de un tipo sino que también bailo Axé y otros ritmos”, agregó el joven, oriundo de Posadas.

Un día en la rutina del soñador

A la hora de arrancar la semana, Martín empieza sus lunes de una forma muy particular y serena: “Me levanto, me ducho porque necesito sentirme fresco, desayuno muy bien, medito, tomo mates y pongo un mantra de fondo para desconectar y relajar. Buenos Aires es una ciudad ruidosa y yo vengo de una provincia tranquila, es un contraste muy fuerte.”

“Luego me preparo las comidas vegetarianas de todo el día porque no estoy nunca en casa, salgo a correr, practico elongación, actividad clave para un bailarín, y después se entrena, aunque sea dos horas, es necesario bajar la información aprendida al cuerpo”.

Por último, planifica sus clases de los martes ya que es un joven muy organizado y, más tarde, se dirige al estudio a tomar clases, en donde pasa casi tres horas dedicándole tiempo a su formación.

“Al llegar a mi hogar, ceno y no paro, ya que también trabajo en redes, es muy importante tenerlas al día porque es el CV del bailarín, si alguien te va a convocar para un trabajo, lo primero que va a mirar son tus perfiles en las redes sociales y la repercusión que generan tus reels”.

El pequeño gigante ha demostrado que no existen excusas para los que tienen hambre de poder, de alcanzar sus metas y convertirse en algo que todos quieren pero que nadie se atreve a hacerlo, por temor a los comentarios ajenos y a quedarse a mitad de camino.

Finalmente, emocionado por su crecimiento, Martín explicó qué es lo que busca alcanzar con esta actividad: “Yo quiero vivir de lo que amo, y hoy en día amo bailar. Con los años, me fui descubriendo en otros ámbitos, pero el universo siempre me muestra que es por ahí. No tengo una meta fija, no me gusta idealizar porque después surgen bajones, yo sé que quiero vivir de esto y le voy a agradecer siempre a la vida por presentarme la danza y a estos profes, soy muy feliz”.