Martín Magarzo, el polista amputado que es ejemplo de lucha y superación

Es el único caso en el mundo en que un jugador desarrolla esta disciplina deportiva en su condición, por eso su testimonio es una verdadera enseñanza de vida.

Martín Magarzo
Martín Magarzo

Este fin de semana se desarrolla en Piquillín un torneo de polo, donde se ponen en juego tres copas y participan seis equipos de Córdoba, Punilla y del club local piquillense. La competencia se lleva a cabo en la Estancia Los Cardales, camino a Nueva Andalucía, sobre colectora. El valor de la entrada es un alimento, ropa o juguete para la fundación Pequeños Gigantes.

Y allí conocimos a Martín Magarzo, un joven de 32 años muy ligado a la localidad de Piquillín, donde su familia tiene campos. Martín es polista desde hace algunos meses, pero con la particularidad de tener una pierna amputada, lo que lo ha convertido en el único caso en el mundo en practicar esta disciplina deportiva en esa condición.

Martín Magarzo
Martín Magarzo

Y para Martín eso no fue un obstáculo sino todo un desafío que supo afrontar con el apoyo constante de la gente que lo rodea.

"Estar arriba de un caballo se siente muy lindo y poder hacer un deporte con él mucho más. Después sumale que jugás en equipo y conocés a mucha gente", comienza relatando el joven quien se muestra apasionado por el deporte que hace pocos meses descubrió y comenzó a practicar, contra todo pronóstico.

Martín siempre fue un amante de los deportes. "Desde los 10 años jugué rugby, tenis, fútbol, motocross", detalla animadamente. Si bien nació en Córdoba su vida siempre estuvo ligada a Piquillín ya que la familia de su madre tiene campos en la zona en donde su abuelo además tenía un haras. "Prácticamente me crié al lado de un caballo", describe.

Visitador médico de profesión, fue en Costa Rica donde su vida cambió para siempre. "Yo no lo veo que me haya cambiado para mal, sino que fue un obstáculo en la vida que lo pude superar muy rápido", asegura.

Martín Magarzo
Martín Magarzo

Estando instalado en aquel país, todos los fines de semana iba a la montaña en moto, con amigos. En la segunda semana de abril de 2017 sacó los pasajes para regresar a Argentina por unos trámites de su título, y antes de viajar, junto con un amigo, hicieron lo habitual: tomar sus motos y "salir a enduriar por la montaña". Nadie jamás imaginó que ese paseo no fuese a ser uno más. Nadie jamás imaginó que ese recorrido cambiaría la vida de Martín para siempre.

"Fue volviendo a la ciudad cuando un auto me quiso pasar en una curva que perdí el control e impacté contra la montaña del lado derecho… Me desperté en el hospital", resume en pocas palabras lo que fue el terrible choque.

"Los médicos pelearon más de dos meses para mantener la pierna pero no lo lograron", dice entero, con fortaleza, pese a todo lo que significa una amputación y más para un joven de tan solo 30 años.

En junio pudo regresar al país, y el día 17 comenzó su rehabilitación. En agosto pudo tener su primera prótesis y dos meses después, en octubre, ya estaba caminando sin ayuda. "Todo lo que me pasó fue muy nuevo pero por suerte nunca me bajoneé ni me desesperé. Fue gracias al Centro de Rehabilitación Crecer y a mi kinesiólogo que logré caminar tan rápido", enfatiza agradecido.

Al polo llegó hace cinco meses por insistencia de un amigo, Santiago Ruíz Chacón, quien ahora es su profesor. "Le dije que era imposible pero él siguió empujando para que lo hiciera y acá estoy… Poder estar arriba de un caballo se siente muy lindo, para mí poder subir ya es un logro mientras que para cualquiera eso sea lo más común. Siento muy importante a cualquier animal porque es un compañero fiel, mucho más en estas circunstancias que uno vive".

Martín aún no participa de competencias. "Tengo que seguir practicando y mejorando. Lograr correr y hacer contacto con los otros caballos me da un poco de miedo todavía, pero sé que lo voy a hacer", sostiene convencido, asumiendo el desafío.

"Es duro empezar de nuevo pero todo pasa por algo en la vida. Yo lo veo como un desafío. Ahora trato de transmitir a toda persona que esté mal, que haga deporte", confiesa y agrega: "El polo me deja la enseñanza de saber que uno nunca tiene que decir que no se puede, la mejor arma contra la depresión es el deporte, nunca hay que dejar de hacerlo", remarca mientras comparte que ahora también practica crossfit y se prepara para largar con un equipo de amigos amputados con tenis adaptado.

Un ejemplo de fuerza, de superación, de ganas y de un amor incalculable por la vida.