Impactante testimonio de una mujer que permaneció secuestrada en un prostíbulo de Santiago Temple

La historia parece sacada de ATAV, sin embargo es la cruda realidad de una joven que hoy puede contarlo.

Trata de personas (imagen ilustrativa)
Trata de personas (imagen ilustrativa)

Tiene 43 años y prefiere mantener en reserva su identidad por temor a represalias. Conoció el mundo de la trata desde adentro, y el miedo -aunque haya podido comprar su libertad y vivir lejos de todo ese infierno- aún continúa, no se va.

Pasaron 25 años para que se animara a hablar y contar lo vivido. Eligió a la FMR90.7 de San Francisco, medio que -en 2012- denunció a los proxenetas donde aparecieron los restos de Carina González, en la Whiskería El Kari, de Santiago Temple. La mujer vio la nota publicada y decidió contactar a los periodistas para dar más datos.

Carina González era hija del dueño de la whiskería y la Justicia cree que el asesino fue su tío. Sus restos aparecieron en un pozo de basura, luego de haber sido descuartizada con una motosierra. El caso sigue impune.

El horror, en primera persona

Todo ocurrió en la década del ´90, cuando esta mujer a quien llamaremos "María" se casó con Fabián Martínez, sobrino de Pipi González, dueño de El Kari.

María tenía tan solo 16 años y vivía en San Francisco. Tuvieron una hija y fue ahí cuando Fabián le dijo que se mudarían a Calchín donde un tío había puesto un bar y él trabajaría. "De pronto me encontré en un bar donde trabajaban chicas. Un día me dijo: Ponete esto; era un top y un short, y me mandó a sentarme con las chicas", relata María.

Así, de a poco, la fue prostituyendo. Como María no quería "acostarse" con ningún hombre, fue golpeada y amenazada en reiteradas oportunidades.

"En ese bar estaban "Ñoño" Frócil, un tío del padre de mi hija; Pipi González con su mujer y una señora chaqueña", continúa su relato María, quien después de unos meses fue llevada a la whiskería de Santiago Temple: "Ahí estaba Adriana, la otra mujer de Pipi, porque tenía varias mujeres, la oficial y las otras que trabajaban para él. También estaba Gustavo que era medio hermano de Ñoño".

En Santiago Temple, María estuvo casi dos años, y fue allí donde quien era su esposo, la vendió "porque necesitaba la plata para pagar una moto".

"En Temple vi pasar a muchas chicas. A la mayoría las había conquistado un tipo que les prometía una mejor vida. Las sacaba de sus pueblos, las llevaban lejos y las vendían… Vendían muchas chicas al exterior, a España; y otras se las vendían a los gitanos, todo dependía de tu comportamiento", relata detalladamente María, mientras su voz se entrecorta.

"Si eras sumisa no te vendían, pero si te rebelabas, había chicas que desaparecían. Las escuchabas gritar pero no te dejaban salir de la habitación. Yo sabía que las golpeaban. Atrás de la whiskería había un campo grande, donde veíamos lo que parecían ser tumbas, pero no nos dejaban acercar al lugar porque teníamos un perímetro del que no podíamos pasar", recordó horrorizada la mujer.

Golpes, violaciones, amenazas, eran moneda corriente en el lugar donde la impunidad y los "arreglos" entre distintos actores eran corrientes. Incluso si se enfermaban, el médico iba a verlas a la whiskería donde se le pagaba para que no diera información sobre ninguna de las mujeres secuestradas.

María aseguró que el propio intendente conocía lo que ocurría puertas adentro del lugar y sin embargo nunca nadie hizo nada: "El intendente y su hijo iban a buscar sus servicios gratis a cambio de no clausurar la whiskería", denunció abiertamente, demostrando que "todos sabían lo que allí ocurría pero nadie hacía nada".

Nombres falsos, prohibición de hablar entre ellas, todas eran prohibiciones para estas chicas. María pudo pagar su libertad porque "tuve la suerte, por así decirlo, de que el hermano del Pipi se enamorara de mí", comenta. El hombre la compró y arreglaron un precio por su libertad: cuando ella pudiera pagarle tres veces el valor de lo que él había pagado por ella, la dejaría ir.

"El día que pagué el último peso que tenía que pagarle, me fui, sin ropa, sin documento, sin plata, sin nada; con la condición de que nunca podría hablar con nadie sobre lo que había visto, lo que había vivido ahí adentro. Por eso es que pedí que no dieran mi nombre ni mi apellido en esta nota", explicó la mujer.

María dio precisiones sobre "lo que parecían ser tumbas", que serían cinco, y estarían ubicadas "en línea recta hacia atrás de lo que era la whiskería"; y recordó que tenían otra propiedad, también en Temple, donde "solían llevar a las chicas que se ponían difíciles, que mayormente eran las que traían del norte, engañadas…"

​"Adriana, que era de El Trébol, decía que sí había chicas ahí enterradas pero que no teníamos que decir nada porque sino íbamos a correr la misma suerte que ellas", comentó en la charla exclusiva a la FMR90.7 de San Francisco.

Consternada y con un dolor imposible de ocultar, María compartió con detalles lo que habría sido el homicidio de una de las chicas, de no más de 17 años de edad: "Es el caso que más me marcó. En ese tiempo habrá tenido mi edad. Lloró tres días seguidos, no trabajaba, la encerraban con clientes en la pieza y ella los golpeaba, los mordía, asi que una noche la golpearon mucho, la llevaron al patio y se escuchó un tiro. Uno de los mozos entró a buscar la pala y nunca más la vimos. Esa fue la primera tumba que descubrimos y que yo vi".

La denuncia de la radio de San Francisco, en 2012, permitió descubrir el macabro crimen de Carina González, pero a siete años de conocido el hecho, la investigación está paralizada, sin que nadie reclame su esclarecimiento.

El cuerpo de Carina fue descuartizado aparentemente con una motosierra y luego quemado en un pozo que se utilizaba como basurero en el prostíbulo. Esta situación complicó la identificación de los restos. Para comparar las muestras en aquel momento, la justicia realizó extracciones de sangre a la madre de Carina, y al único hijo de la víctima, que se encuentra al cuidado de la primera pareja de la mujer.

"Se presume que Carina habría sido ultimada por su tío Antonio “Ñoño” Frósil, en una disputa por el manejo del prostíbulo de Villa Santa Rosa y otro de Santiago Temple, mientras sus padres estaban detenidos", agregaron desde la FM.

El cuerpo de Carina fue descuartizado aparentemente con una motosierra y luego quemado en un pozo que se utilizaba como basurero en el prostíbulo. Esta situación complicó la identificación de los restos. Por eso la Justicia realizó extracciones de sangre a la madre de Carina, y al único hijo de la víctima, que se encuentra al cuidado de la primera pareja de la mujer.