Mis sombras de Grey: ser esclavos para satisfacer al otro

En tiempos en los que la violencia de género es alarmante, mensajes vinculados a historias en las que la mujer es sometida son peligrosos.

Mis sombras de Grey
Mis sombras de Grey

Credulidad patológica, baja autoestima, una mujer tomada como objeto, el infructuoso intento por cambiar al otro... Si nos proponemos analizar el libro Cincuenta sombras de Grey, de Erika James, encontraremos combinados todos estos elementos y muchos más.

¿Pero por qué puede resultar relevante analizar esta novela que ya salió hace tiempo y a cada rato provoca secuelas escritas y fílmicas? En principio, porque se trata de un fenómeno editorial, lo que significa que millones de personas se han interesado en sus páginas. Y luego, tal vez lo más curioso, porque la enorme mayoría de quienes la leyeron son mujeres. Muchísimas mujeres que se sintieron identificadas con el argumento o creyeron que se trataba de una historia de amor.

A quien no conozca la trama, le contaré lo esencial: la historia se basa en la relación entre una bella joven virginal y un magnate sadomasoquista. ¿Acaso semejante vínculo podría prosperar en la realidad? Bueno, sí... pero sólo si una mujer está dispuesta a renunciar a su deseo para ser transformada en un objeto para el otro. O si su autoestima se ha vuelto tan pequeña, que acepta una posición de esclava con tal de satisfacer a quien la humilla. O si es de aquellas personas que no pueden racionalizar sus emociones... O sólo si su credulidad ha llegado hasta límites asombrosos.

No tenemos que ser directores de cine para darnos cuenta de que si lleváramos el vínculo entre estos personajes a la vida real, no sería para nada romántico: una relación entre un hombre perverso, al que sólo le importa su satisfacción personal, e incapaz de vincularse afectivamente, y una mujer con autoestima nula y muy fantasiosa, capaz de hacer lo que sea para conseguir que él la quiera.

En tiempos en los que la violencia de género y los femicidios son alarmantes, mensajes de tinte romántico vinculados a historias en las que la mujer es sometida, son sumamente peligrosos. No me refiero a que hagan una apología de la violencia. Pero, a todas luces, son perniciosos para aquellas mujeres confundidas, que continúan enamoradas de hombres inescrupulosos y violentos, o que siguen siendo víctimas de psicópatas creyendo que en verdad las quieren y cambiarán.

Algunos estudios en neurociencias sostienen que somos seres emocionales que aplicamos la razón. Y hay más: se considera que nuestras decisiones dependen de una interacción entre centros racionales y emocionales. Pues bien, en aquellas mujeres propensas al "romanticismo patológico", ese que las lleva a ser víctimas de psicópatas, es imprescindible que comience a predominar el área racional.

Por eso, antes de buscar la próxima película en streaming, las invito a hacerse una pregunta fundamental: ¿Cuántas humillaciones y ofensas están dispuestas a soportar por "amor"?