¿Te celo porque te quiero?

Cuando las inquietudes normales se vuelven patológicas pueden terminar por destruír una relación de pareja.

Porque te celo te quiero
Porque te celo te quiero

Hablar de celos es hablar de interés. Si celamos a alguien es porque ese alguien nos importa. Por ende, queremos que nos elija y no elija a otra persona. Es decir que celos e infidelidad son, obviamente, dos conceptos relacionados.

Si vamos a hablar de celos, antes que nada, debemos separar aquellos casos en que una persona sabe a ciencia cierta que su pareja le es infiel, porque lo ha sido antes y porque sólo dice arrepentirse una vez que es descubierta. En este contexto, sería bueno que la persona que cela se cuestione por qué continua su relación con alguien así, por qué sigue luchando por cambiar a quien no va a cambiar y por qué sigue apostado a una pareja que le hace mal.

Una vez apartados estos casos, podemos mencionar dos tipos de celos: los que consideramos normales y los que denominaremos patológicos. Hablamos de celos normales cuando el hecho de que nuestra pareja muestre cierto interés por otra persona nos genera un grado manejable de inquietud.

Los patológicos, en cambio, serían aquellos celos injustificados que llevan a que la persona persiga y acose a su pareja, impidiéndole llevar una vida de tranquilidad. A veces, este acoso provoca precisamente lo que tanto se quiere evitar; se da lo que se suele llamar la "profecía autocumplida": tanto cela y persigue alguien a su pareja, que esta última, ya cansada de semejante acoso, empieza a perder interés en la relación y busca a otro con quien vincularse mejor.

En casos graves, la persona celosa no soporta la idea de no ser el único objeto de deseo de su pareja, impidiéndole que tenga amistades, compañeros y compañeras de trabajo, molestándose cuando se relaciona incluso con su familia de origen. En estas situaciones, quien cela pretende construir un muro alrededor de su pareja para ser su único objeto de deseo.

Cuando hablamos de celos patológicos, estamos hablando de una persona (la que cela) con profundos sentimientos de inseguridad y baja autoestima, o de una persona con rasgos perversos que sólo pretende dominar al otro.

Partimos de la base de que en los vínculos hay pactos, pactos implícitos que tienen que ver con el entorno sociocultural. De acuerdo a esto, si una pareja se constituye como tal, lo más probable es que, por los hábitos de nuestra cultura, uno de esos pactos sea la fidelidad (salvo que la pareja decida voluntaria y explícitamente lo contrario).

Por ende, cuando aparece una infidelidad, lo que ocurre es una transgresión a ese pacto, provocando un duro golpe al narcisismo de la persona engañada.

Para cerrar este artículo, deseo compartir una interesante frase que le escuché a un paciente, dado que en el vínculo terapéutico los psicólogos también aprendemos muchas cosas: "La fidelidad es un regalo que se le entrega a la persona amada".