Un padre salteño pide ayuda desesperada para poder ver a sus hijos

Desde hace tres años espera que la Justicia establezca un régimen de comunicación con los pequeños.

Imagen ilustrativa.
Imagen ilustrativa. Foto: pexels

Hace seis meses que Gabriel, un hombre de 46 años que vive en San Lorenzo no sabe cómo ni dónde se encuentran sus dos hijos de 5 y 8 años. Esto se debe a que su exmujer se los llevó de la provincia, y desde hace tres años que la Justicia no define un régimen de comunicación.

Tras una separación conflictiva, a mediados del 2018 Gabriel solicitó a Inés Villa Nougués, la encargada del Juzgado de Familia 1 de Salta, que garantice el contacto con sus hijos. Según la demanda, no recibió respuesta a su pedido y vio entorpecido el contacto con sus hijos, a causa de medidas que se dictaron a modo preventivo. Agrega además que desde hace seis meses que desconoce el paradero de sus hijos y su estado de salud, puesto que su exmujer se los llevó de la provincia sin su consentimiento.

Tras la conflictiva separación, pidió que se establezca un régimen de comunicación que nunca se dio.
Tras la conflictiva separación, pidió que se establezca un régimen de comunicación que nunca se dio.

El hombre solamente se enteró de esta fuga a causa de un escrito que recibió hace unos días. La denuncia continúa estableciendo que, a falta de la resolución del Juzgado de Familia, no puede visitarlos ni ponerse en contacto con los pequeños. A pesar de que la doctora Carina Quinteros, de la Asesoría de Menores e Incapaces 7, expresó dictámenes a favor de su pedido de retomar el contacto con sus hijos, no termina de resolverse.

La exmujer de Gabriel está denunciada en el fuero penal por llevarse de la provincia a los menores sin consentimiento ni conocimiento del padre. Gabriel reclama a la Justicia que defina el régimen de comunicación, por estarle causando un gran daño a sus hijos. Finalmente, remarcó que la Justicia misma siempre se inclinó por denuncias de la madre de sus hijos con falsas acusaciones, sin pruebas; además de truncar su división de bienes tras la separación y destruir su capital económico, luego de diez años de convivencia con la mujer.