Angelina, la primera chica trans recibida en la Universidad de San Juan

Con 26 años se graduó como trabajadora social. Su historia conmueve a toda una provincia.

Angelina junto a sus papás, sus grandes pilares.
Angelina junto a sus papás, sus grandes pilares.

"Si hace 10 años atrás Dios me hubiese contado esta historia no le hubiese creído". Así comienza el extenso y emotivo relato de Angelina Bárbara Sánchez, la primera Licenciada en Trabajo Social transgénico de la Universidad Nacional de San Juan. Después de seis años de lucha y estudio, la joven de 26 años logró el tan soñado título universitario.

"El orgullo y la felicidad que mi corazón siente es inexplicable. Ver a tanta gente compartiendo mi foto y felicitándome me llena de alegría. Dios me está devolviendo todo lo bueno que yo hice. Llevaré este título con todo el honor del mundo y prometo jamás faltar a mí Ética profesional", dice el mensaje que colgó en Facebook y alcanzó miles de compartidos.

Junto a una compañera, Angelina presentó una tesis referida a la violencia de género.
Junto a una compañera, Angelina presentó una tesis referida a la violencia de género.

La emotiva publicación que subió a las redes sociales habla del apoyo de su familia y amigos, y de los constantes episodios de discriminación que tuvo que soportar desde que es niña, sobre todo en la primaria y secundaria.

"Desde que tengo noción de vida sentí que me atraía el pelo largo, el maquillaje, la ropa de mujer y todo aquello relacionado con el género femenino por lo cual fui señalada por muchas personas y organizaciones. En la primaria era el ´puto´ de todos, los chicos cuando jugaban a la pelota me tiraban pelotazos y ninguna autoridad jamás hizo nada. Recuerdo como si fuese ayer que las autoridades me mandaban a psicólogos por el solo hecho de sentir diferente", señala Angelina.

Angelina junto a sus papás, sus grandes pilares.
Angelina junto a sus papás, sus grandes pilares.

Además en el mensaje cuenta cómo cambió su vida cuando llegó su nuevo DNI y, al poco tiempo, empezó a trabajar en el Centro Cívico, el edificio público de la provincia. "Fue un mérito mío pero con ayuda de muchas personas amigos y familia. En especial de mi madre que estuvo ahí en cada lágrima que salió de mis ojos, en cada caída de la vida, en cada ´no quiero vivir más´. Y mi padre, ese hombre que de a poco le desnaturalicé el machismo, ese hombre que por más que le costó aceptar este destino nunca me abandonó", expresa.

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