Livia y Rufino, una pareja que fundó su amor en el respeto y el humor

Cumplieron 60 años de casados y lo celebraron renovando sus votos matrimoniales. "No me miraba a los ojos, le dije mirame, somos novios ¿Lo sellamos con un beso? y me dijo que sí", recordó él.

Livia y Rufino, un amor para toda la vida.
Livia y Rufino, un amor para toda la vida.

, cumplieron sus bodas de diamante, es decir 60 años de casados. El 30 de noviembre pasado lo celebraron con la renovación de sus votos matrimoniales en la Iglesia del Carmen, en la capital puntana. Luego revivieron la fiesta junto a sus seres queridos.

Rufino fue quien se enamoró de ella la primera vez que la vio caminando cerca de su casa, en la calle Colón del centro de la capital puntana, pero ella no lo registraba. Sin embargo siempre pasaba cerca porque llevaba los expedientes del abogado para el que trabajaba en la Rivadavia y Ayacucho. Por lo bajo, él la "piropeaba", pero ella se enteró después de casada.

De dicha anécdota pasaron 64 años; y 60 desde ese 29 de noviembre cuando Livia Anelda Astudillo (84) y Rufino Baigorria (89) dieron el "sí". Hoy aseguran que la receta para un matrimonio exitoso es abundante amor y respeto, y una buena dosis de humor para hacer más alegre su día a día.

Según informó El Diario de la República, durante la entrevista Livia se sentó al lado de Rufino y ambos se tomaron de las manos. "Así dormimos todos los días, agarrados", resaltó Livia.

El 30 de noviembre (porque el 29 llovió mucho), fueron a la Iglesia del Carmen, en frente de la plaza que lleva el mismo nombre, para renovar sus votos de casados. El sábado revivieron su sexagésimo aniversario con una fiesta a la que invitaron a unos 100 familiares y amigos, en el club Yapeyú del barrio San Cayetano.

"Nos conocimos en la casa de mi hermana, en un cumpleaños. Él me quiso acompañar hasta mi casa y yo lo dejé, pero solo hasta la esquina", contó Livia y Rufino recordó: "Yo le daba charla, le hablaba un montón, pero ella no decía nada", y ella acotó: "Si quiere yo lo escucho". Excusó que era muy reservada y le costaba hablar con él. "Siempre fui muy seria, usé y uso solo falda. Así me crió mi mamá. Mi papá no me dejaba salir nunca, iba de la casa al trabajo y viceversa. Un día me invitó al cine. Yo le pregunté a mi mamá, porque mi padre no me iba a dejar. Ella accedió pero cuando me vio mi papá me preguntó: '¿A dónde vas?'. Al cine le dije y me respondió: 'A la cama'. Y me tuve que ir a dormir", relató. Rufino, que la esperaba en la esquina de la casa, supo que algo había pasado y se volvió a su hogar.

Durante los tres primeros meses de noviazgo, Livia no lo dejó que le de un beso. "Hasta que una vez estábamos en la calle, fue en el portón de una casa de la calle Ituzaingó. Yo me moría de la vergüenza", contó y Rufino continuó: "No me miraba a los ojos, le dije mirame, somos novios ¿Lo sellamos con un beso? y me dijo que sí".

Livia y Rufino, un amor para toda la vida.
Livia y Rufino, un amor para toda la vida.

Al poco tiempo, Rufino fue a pedir la mano de Livia a sus padres. Ellos ya lo conocían, sabían quién era y lo aceptaron en la familia. Pero el papá de Livia, que era muy exigente, le dijo a Rufino que primero debían comprometerse. Y así fue. "Siempre salía acompañada de mis hermanos, nunca andábamos solos. Íbamos al Potrero, a El Volcán, en bicicleta. ¡Qué tiempos más lindos!", exclamó ella. "Y después de casados querían mis suegros que nos siguieran acompañando", bromeó Rufino.

"Yo quería tener todo antes de casarnos. Así que compré un terreno y empecé a hacer esta casa", comentó el hombre. Después de dos años de compromiso, dieron el "sí". Ella tenía 24 y él 29.

"Por civil fue un viernes. Hicimos una pequeña fiesta y a las 15 vino el albañil y me trajo la llave. Fui a pedirle a mi patrón una camioneta y cargué un 'roperito', unas sillas y una 'camita'. Vinimos a hacer la cama, pero ella no se quiso quedar. Se fue a dormir a la casa de la hermana y muy buena ella la hizo dormir en un toallón en el piso", recordó Rufino.

Livia se casó virgen "como Dios manda", expresó. Pero después del civil faltaba la ceremonia en la iglesia. "Ni loca me venía a dormir con él. Yo quería esperar a la iglesia, lógico, sino no iba a lucir el blanco", indicó.

Tres meses después ella quedó embarazada de una nena, María Adelaida. Después tuvo dos hijos más, un varón, José Ramón y otra mujer, Silvia Graciela. La última hija les dio seis de los nueve nietos que tienen y los cinco bisnietos. Hoy toda la enorme familia disfruta del amor que cosecharon con los años.