La alfalfa es la especie forrajera sembrada más importante en Argentina

Pero el consumo de semilla ha ido en disminución en la primera parte del siglo XXI, debido a que las mejores tierras, donde se adapta esta leguminosa o fabácea, son ocupadas por cultivos agrícolas.

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Los vastos servicios proporcionados por esta leguminosa son:

• alta producción de forraje de calidad a la dieta de animales tales como vacas lecheras, bovinos de recría, invernada y cabaña y equinos de pura sangre, polo y salto,

• fijación simbiótica del nitrógeno (N2),

• reducción del nivel freático y de la erosión eólica e hídrica,

• transporte a la superficie del suelo de nutrientes presentes en profundidad

• y refugio de insectos benéficos.

Sus aportes al ambiente edafoclimático contribuyen a la sostenibilidad de los sistemas agropecuarios. Esto último, se confirma por el interés en el pastoreo de esta fabácea o su utilización en sistemas de cultivos intercalados para ampliar la diversidad biótica. Por otro lado, los nuevos usos de la especie, ya sea para la alimentación humana o las industrias cosméticas y farmacéuticas, están aumentando su difusión en el mundo y con incipiente desarrollo en el país.

Los resultados de los últimos 10 años muestran que la acumulación de pasto promedio para cultivares (cv) con latencia intermedia (grado de latencia invernal (GLI) = 5-7) varía: en secano de 5 t de MS ha-1 año-1 en Anguil (cinco cortes en la subregión pampeada semiárida) a 24 t de MS ha-1 año -1en Marcos Juárez (seis-siete usos en la pampeana húmeda) y con riego de 17,2 t MS ha-1 año-1 en Hilario Ascasubi (6 utilizaciones en la pampeana sur) a 20 t MS ha-1 año-1 en Viedma (seis cortes en la patagonia norte). Para los cv sin latencia (GLI = 8-10), la acumulación de pasto cambia muy poco: en secano de 5,3 t MS ha-1 año-1 en Anguil (cinco usos) a 25,2 t MS ha-1 año-1 en Marcos Juárez (ocho utilizaciones) y con riego de 17,3 t de MS ha-1 año-1 en Catamarca (ocho cortes en la región noroeste) a 23 t de MS ha-1 año-1 en Santiago del Estero (ocho usos en misma subregión indicada en forma previa).

La variabilidad de la acumulación de biomasa de la alfalfa en Argentina, a través del tiempo, tiene una tendencia lineal positiva (y (rendimiento de biomasa) = 4,84 + 0.19 x (ciclos); r2= 0,49). Se observa, sin embargo, efectos negativos a la productividad en respuestas a anomalías climáticas, períodos de sequías y excesos hídricos. Pese a estas circunstancias en los últimos cuarenta años, como consecuencia del mejoramiento genético la especie genera un incremento en no menos de un 64%.

El efecto del cambio climático, considerando los últimos ciclos evaluados, con los eventos extremos: sequias (en todas las localidades en secano, en especial en Anguil y Manfredi) y excesos hídricos previos (Rafaela, Marcos Juárez, General Villegas, Reconquista y Paraná) comprometen la persistencia y eso afecta la acumulación de biomasa a mediano plazo, 3-4 años.

El efecto invernadero está produciendo modificaciones ambientales que impactan no sólo en la productividad en general, sino también en el comportamiento de los insectos y las enfermedades. En este sentido, los programas de mejoramiento genético alrededor del mundo están enfatizando la resistencia al estrés biótico (plagas, enfermedades y malezas) y abiótico (sequía, sales, capas endurecidas del suelo y excesos hídricos).

La escasez de agua en varios sitios, así como la creciente necesidad para consumo humano ejercen presión para que no se haga uso del riego para las forrajeras con recursos hídricos que suelen ser de mediana a baja calidad e inclusive algunas regiones se los prohíbe para estos fines.

La Argentina exporta en los últimos años casi 60 t de alfalfa, por un monto de casi 20 millones de dólares como productos en forma de pellets, megafardos, cubos, balanceados y harinas. En el país los cultivos puros se usan para forrajes conservados: rollos (450–550 kg), fardos pequeños (20-22 kg) y grandes (600- 750 kg) y para pastoreo directo de vacas lecheras, mientras que las mezclas con gramíneas y otras fabáceas se dedican a la actividad ganadera para carne y en menor medida para la lechería y para los caballos.

Basado en la creciente demanda de los estados de Asia y Medio Oriente, se predice que la demanda de heno aumentará en el futuro cercano. El país tiene la oportunidad de implementar un ambicioso plan estratégico para organizar la cadena de valor.

El objetivo debe ser aumentar de manera constante la elaboración de forraje conservado de alta calidad y otros productos con mayor trabajo agregado. Los estándares internacionales de calidad también deberían promover la búsqueda de un mayor valor nutritivo en el mercado interno, con la consiguiente mejora de la cadena pecuaria.

Para evitar la sobreacumulación en el mercado interno, se debe implementar una estrategia basada en la diversificación del producto. Al hacerlo, se deben establecer: capacidades de producción por zona, protocolos de gestión de cultivos de alta relación hojas/tallos, procesos industriales innovadores y logística eficiente.

Esto último es de importancia porque las deficiencias de almacenaje y transporte derivan en mayores costos innecesarios que impactan en la competitividad de la exportación de heno. Además, la lechería se dirige hacia modelos de mayor escala, donde el pastoreo se está reemplazando en forma progresiva por sistemas confinados en los que terceros especializados por fuera de los tambos proporcionan el forraje conservado. Esto también promoverá la necesidad de alimentos de mayor valor. Tampoco debe dejarse de lado la mejora en la implantación y manejo de pasturas para carne con mezclas de la leguminosa con otras forrajeras.