Día Mundial contra la Hepatitis: por qué se celebra, las cinco principales formas de prevenirla y de tratarla

Una jornada que busca concientizar acerca de esta enfermedad que, en algunos casos, puede ser crónica. ¿Cuáles son sus principales síntomas?

Cada 28 de julio, se conmemora el Día Mundial contra la Hepatitis. Foto: Depositphotos.
Cada 28 de julio, se conmemora el Día Mundial contra la Hepatitis. Foto: Depositphotos.

Con la intención de concientizar acerca de una enfermedad que afecta a más de 1 millón y medio de personas al año y otras 300 millones están de forma crónica infectadas, este viernes se conmemora el Día Mundial contra la Hepatitis.

La hepatitis es una enfermedad que afecta a más de 1 millón y medio de personas por año. Foto: Freepik.
La hepatitis es una enfermedad que afecta a más de 1 millón y medio de personas por año. Foto: Freepik.

Esta inflamación del hígado se puede producir a raíz de diferentes toxinas tales como drogas o el alcohol en exceso. Pero también se produce a partir de enfermedades autoinmunes o patógenos, en los que se incluyen los virus, las bacterias o los parásitos.

Los síntomas iniciales de la hepatitis

Su sintomatología suele estar asociada a la gripe común en un principio. Estos hace que sea difícil determinar su diagnóstico en una etapa temprana.

Pérdida de apetito, fatiga, fiebre, náuseas, orina oscura y la coloración amarillenta de la piel y de los ojos también son los principales indicios que pueden determinar la presencia de la enfermedad.

La enfermedad se puede contagiar de variadas maneras. En los infantes menores, el contacto se puede producir por el contacto con la materia fecal, por el cambio de algún pañal o si se atiende a algún paciente.

En adultos, las relaciones sexuales sin preservativos y también las transfusiones de sangre, sin los debidos controles.

Por qué se celebra el 28 de julio el Día Mundial de la Hepatitis

Su conmemoración se debe al nacimiento del científico estadounidense Baruch Samuel Blumberg, quien fue el descubridor del virus de la Hepatitis B en 1964. Tras hacer este hallazgo pudo luego desarrollar una vacuna.

En el año 1976, ganó el Premio Nobel en Medicina por sus hallazgos sobre “el origen y diseminación de las enfermedades infecciosas”.

No solo fue un distinguido científico, sino que además trabajó junto a la NASA, siendo Director del Instituto de Astrobiología y luego Asesor Sénior.

Las principales formas de prevenir la hepatitis

Al igual que con la gran mayoría de las infecciones virales, se recomienda mantener una estricta higiene si se sospecha que se está en presencia o cercanía de la enfermedad.

Por eso, lavar con frecuencia las manos, principalmente antes de comer y luego de ir al baño, puede ser una de las principales prevenciones a tener en cuenta. La prevención debe incrementarse si se utiliza sanitarios públicos.

La utilización de preservativos en todas las relaciones sexuales también es un factor clave de la prevención.

También se sugiere no compartir objetos personales que pudiesen estar en contacto con la sangre, tales como los cepillos de dientes o las máquinas de afeitar.

La prevención en las relaciones sexuales, así como en el contacto con la sangre, resultan factores claves a tener en cuenta. Foto: Depositphotos.
La prevención en las relaciones sexuales, así como en el contacto con la sangre, resultan factores claves a tener en cuenta. Foto: Depositphotos.

Por último, las medidas preventivas de índole medicinal tienen que ver con la vacunación contra la hepatitis A y B y la realización de exámenes médicos de forma periódica.

Los tratamientos para combatir la hepatitis

Las hepatitis A y E, las que suelen presentarse en la infancia, se resuelven por lo general de manera espontánea a medida que la persona va creciendo, con los propios anticuerpos que genera.

Los casos más extremos pueden requerir trasplante hepático.

Otra manifestación es un dolor o molestia del lado derecho del abdomen superior, el cual puede irradiarse hacia la espalda. Foto: Depositphotos.
Otra manifestación es un dolor o molestia del lado derecho del abdomen superior, el cual puede irradiarse hacia la espalda. Foto: Depositphotos.

Por el contrario, las hepatitis B, C y D, son calificadas como crónicas y generan una lenta pero constante destrucción del hígado. En el caso de la B, no hay una cura, y la medicación lo único que hace es inhibir el crecimiento del virus.

La progresión de la enfermedad puede llevar a la cirrosis, lo que implica que el paciente necesite un trasplante hepático.