Panorama político nacional: Cinco errores políticos para otra devaluación

Por Edgardo Moreno.

Mauricio Macri junto a Marcos Peña, en la Casa Rosada.
Mauricio Macri junto a Marcos Peña, en la Casa Rosada.

Todos los economistas coinciden en la advertencia. No todo ha terminado tras la corrida cambiaria que obligó al Banco Central a disparar con un cañón para frenar al dólar. Falta saber cómo se las ingenia el Gobierno para dosificar las consecuencias. Que serán tan dolorosas como inevitables.

Pese a todo, el presidente Macri cree que saldrá fortalecido del temblor. No sólo en la marcha de su programa económico. También en el sistema de toma de decisiones con el cual maneja el gobierno.

Son dos variables particulamente relevantes. Cualquier fracaso del programa económico siempre ha tenido en Argentina un impacto sistémico: la alta inflación afecta las condiciones de gobernabilidad en el corto plazo. La segunda variable es clave para Macri. Con su actual método de toma de decisiones ya se lanzó prematuramente a la reelección.

El mercado sacudió con virulencia la posición oficialista. Envió al olvido lo que el economista Carlos Melconián bautizó con ironía de milonga: el "Plan Perdurar". Una versión tan tenue del gradualismo que el compromiso de reducción del déficit incluía un colchón para sobrecumplir las metas fiscales. Y una mirada tan relajada de los precios relativos que le permitía a la Jefatura de Gabinete presionar al Central por tasas de interés a la baja.

Al menos cinco errores políticos obligaron al Gobierno a admitir el brusco sinceramiento del escenario.

El primero, más antiguo y persistente fue una lectura reducida de los resultados electorales de octubre.

El oficialismo obtuvo entonces un triunfo contundente en medio de una maniobra punzante como fue el caso Maldonado. Una infamia de alto impacto que marcó la agenda de campaña con un sesgo difícil para el oficialismo, porque aludía a una veta discursiva -la de los derechos humanos- en la que siempre se sintió entre ajeno e incómodo.

Pero la economía es el core en un equipo coordinado por altos ejecutivos de empresas. La lectura del triunfo de octubre fue una convalidación del gradualismo de los métodos. Que no implica necesariamente paciencia social para comprender el gradualismo de los resultados. Esa brecha entre la realidad y las expectativas sólo se rellena con eficiente gestión política.

El macrismo no entrevió en el resultado un mandato fáctico: la necesidad de ampliar la consistencia política de la coalición de gobierno.

La torpe pedrea opositora al Congreso durante la reforma previsional le evitó al oficialismo esa reflexión.

El segundo equívoco fue contemporáneo a esa decisión. Es aludido ahora como un factor que condujo a la nueva devaluación. En diciembre de 2016 y tras la revuelta parlamentaria por las modificaciones al impuesto a las Ganancias, Macri dió un volantazo y despidió en buenos términos a su ministro de Economía, Alfonso Prat Gay.

Un año después intentó alinear al presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, mostrándolo como un ministro más, coordinado por Marcos Peña. Esa grave confusión conceptual acaba de pasarle una factura pesada a las reservas en divisas.

El tercer error político fue heredero de los anteriores. La coalición Cambiemos es principalmente parlamentaria. Los líderes del oficialismo en el Congreso Nacional recomendaron planchar el debate hasta marzo y ayudaron con una maniobra inteligente para el momento de reapertura de las sesiones ordinarias. La incorporación de la agenda de género al temario propuesto por Macri sorteó con eficiencia los idus de marzo.

Pero la Casa Rosada respondió a esa gestión política con un gesto de aislamiento inesperado. El PRO lanzó la idea de tres reelecciones con fórmula cerrada en las tres posiciones más expectables del país político. La Presidencia, la provincia y la ciudad de Buenos Aires.

No todo el partido del Presidente fue articulado en ese consenso de mesa chica. Algunas piezas clave del armado político parecieron excluidas: Emilio Monzó y Rogelio Frigerio. Son los alfiles con los que Cambiemos intenta sobrevivir a su condición fatídica de gobierno no peronista, con poder de administración y mayoría electoral, pero en minoría parlamentaria y distrital.

Huelga acotar que lo que no estaba cerrado adentro del PRO, menos aún fue convenido con los socios de la coalición.

Por eso, al cuarto error todavía se lo tiran por la cabeza entre la Casa Rosada y sus aliados.

El ajuste tarifario fue enviado como un paquete cerrado pero con nudos flojos. El equipo de Peña se queja por lo bajo de las presiones que encabezaron Elisa Carrió y Alfredo Cornejo. En el Congreso les devuelven la cortesía. Tan concentrados estaban los sagaces coordinadores del gabinete nacional en las dificultades de su propia interna que no leyeron la nueva acechanza que despertaron en el Congreso: el peronismo de la segunda vuelta.

La apreciación internacional del dólar encontró a la Argentina ofreciendo una señal inhóspita. El Presidente, arrinconado contra el rincón del veto porque el Parlamento se niega a admitir una pieza clave del ajuste fiscal, el sinceramiento de las tarifas.

En ese contexto, el modo en que procesó el Gobierno la renuncia anunciada por Emilio Monzó no pudo ser más ineficiente. Dejó en suspenso la continuidad de uno de sus hombres en la línea de sucesión presidencial. Ese quinto error del oficialismo podría ser salvado por Macri si -como trascendió esta semana- el Presidente logra revertir la resolución de Monzó y lo preserva como eje de la interlocución en el Congreso.

Pese a la secuencia de equívocos, el oficialismo tiene una oportunidad valiosa. Todo ocurrió en un momento convenientemente alejado de las urnas de 2019. Tiene todavía tiempo a favor. El nuevo eje opositor administrado por Miguel Pichetto y Graciela Camaño con el acuerdo de una mayoría de los gobernadores justicialistas todavía maneja mirando a Cristina en el espejo retrovisor.

Y el oficialismo aún cuenta con recursos políticos -como la alternativa que ofrece María Eugenia Vidal- para complementar el proyecto de continuidad de Macri. De eso carece todavía la oposición, y no es un dato menor.