La otra pasión de Luchi Ibañez: la vida en azul y oro

Luchi Ybáñez es periodista de Telenoche, por Canal 12. Por estas horas anda de parabienes: Boquita, su otra pasión, salió campeón del torneo de AFA.

Beso a la camiseta, con la escenografía de Telenoche de fondo.
Beso a la camiseta, con la escenografía de Telenoche de fondo.

Por Fabricio Esperanza

“No sé si me conviene hacer esta nota, porque Boca es más que una pasión, soy un enfermo, y la verdad que no queda muy bien reconocer eso”. Así comenzó, medio en broma medio en serio, el primer contacto telefónico con Jorge Luis Ybáñez, este santiagueño que adoptó a Córdoba como su lugar y que todos los días aporta su trabajo periodístico en Telenoche, el noticiero de Canal 12.

Si bien el nombre que figura en su documento es Jorge, nadie que lo conozca y lo cruce en la calle lo llamaría así: para todos él es Luchi, apodo que trajo de su lugar de origen.

Cosecha 1970 y nacido en la localidad de Añatuya, llegó a La Docta para estudiar, cosa que también hicieron sus tres hermanos. Y aunque se anotó en Ingeniería, siempre supo que lo suyo eran los micrófonos, porque otro de sus sueños fue conducir festivales.

Volviendo a los colores azul y oro, Luchi reconoce que últimamente tuvo que frenar un poco en su fanatismo porque su hijo Juan iba por el mismo camino.

–¿Tan así es la cosa con Boca?

–Sí, sí… queda bastante feo pero yo expreso lo peor de un hincha de fútbol. He tratado de morigerar un poco eso. Siempre lo he vivido muy intensamente, incluso con las cábalas. La última vez que Boca salió campeón de la Libertadores, tenía fácil como 14 cábalas que las tenía que ir haciendo como un proceso. Por ejemplo, me levantaba de la cama, abría el cajón, tocaba la camiseta, me persignaba, cosas así. Y los días de partido mi vida se organiza a partir de Boca, coordinando los horarios para no tener problemas.

–¿Y cuando ganan un clásico o un torneo te ponés muy loco?

–Mirá, en ese sentido hemos tenido un código de convivencia. Tengo muchos amigos de River y familiares también: mi mujer Silvia es de River... mi suegro, mi cuñado. No llego al gaste para que el otro se sienta mal, porque yo sufro mucho cuando se pierde una final, quedamos afuera de algo o nos ganan un superclásico. El descenso de River lo viví con mucha alegría, pero no gasté tanto.

–¿Porqué decís que te enseriaste un poco?

–Porque cuando Boca gana la última Libertadores llegué a mi casa desde el canal a los gritos, y era tarde. Mi hijo Juan tenía 6 años, era chiquito y yo intenté llevarlo al centro a festejar. Mi mujer no quiso porque había escuela al día siguiente entonces se armó una discusión. Rara vez nos peleamos con mi mujer, y no me gustó para nada. Encima un par de días después leo una nota en el Página 12 sobre el fanatismo, y me sentí tan reflejado que ahí me propuse frenar un poco.

–¿Cómo te hiciste de Boca?

–Soy de Añatuya, y en el interior pasa eso de que te hacés hincha de los equipos de Buenos Aires. Además, en mi familia todos somos de Boca. Pero mi fanatismo coincide también con mi llegada a Córdoba, en la época del Boca de Bianchi que ganó todo, tenía mucho tiempo libre y me amparé mucho en el fútbol, era mi alegría.

–¿En Añatuya también hay un Boca?

–Así es, es un club de ahí, como una filial.

–Contá una cábala que haya surgido en algún partido

–Un día lo invité a mi amigo Néstor Ghino a tomar un café a un bar para ver a Boca, y como ganó, a partir de ahí tuvo que venir conmigo a tomar café en todos los partidos siguientes. Se convirtió en víctima el pobre Néstor. En otra ocasión, en un Boca-América por la Libertadores, hice la promesa en el segundo tiempo de no hablar más hasta que termine. Nadie entendía nada, me preguntaban cosas y yo no contestaba, se enojaron...

–¿Sos de ir a Buenos Aires?

–Los tiempos no dan, che. Obvio que cuando viene a Córdoba más vale que sí voy a verlo. Mi hijo Juan me pide pero es complicado viajar hasta allá, por eso trato de compartir momentos con él cuando se puede. Eso sí que es lindo, compartir las cosas del fútbol con un hijo es una de las mejores cosas que le puede pasar a un tipo que es fanático. Abrazarse, gritar los goles, comentar el partido, eso no tiene precio. Pero trato también de que no le afecte demasiado: un día, hace un tiempo, perdimos con Independiente de locales 5 a 4 con un gol en tiempo de descuento. Se puso muy mal, y yo ahí me dije que no podía dejar que le afecte de esa forma. Pero el fútbol y Boca son muy fuertes, eso es innegable. ¡Preguntale a la mitad más uno del país!

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Quién es. Periodista y xeneize Luchi Ibáñez es de Añatuya, pero en Córdoba se metió en el periodismo y formó su familia. Su esposa es la periodista Silvia Franco. Trabaja en el noticiero de Canal 12, y Boca lo puede.