Bóvedas de Uspallata, el lugar elegido por el Ejército de Los Andes para hospedarse

Se encuentra a un poco más de 100 km de la ciudad de Mendoza y es una de las atracciones elegidas por los extranjeros por su extraña forma.

Las Bovedas de Uspallata datan del siglo XVIII.
Las Bovedas de Uspallata datan del siglo XVIII.

A un poco más de 100 kilómetros de la ciudad de Mendoza, y siguiendo por la ruta provincial Nº 39 se pueden observar unas construcciones que llaman nuestra atención por la originalidad de sus formas cupuladas, pero que la tradición ha denominado “Bóvedas de Uspallata”.

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No se sabe con certeza quién las construyó y cuáles fueron sus usos, sin embargo, enclavadas en el Valle de Uspallata se han convertido a los ojos del mendocino y del extranjero.

Las construcciones datan del siglo XVIII; presentan tres cúpulas abovedadas; construídas de barro, con cubierta de cal y con cimientos de piedra. Estos edificios cuya construcción se atribuye a los padres jesuitas que se afincaron en la zona, fue determinado por el General San Martín para que sirvieran de oficinas y almacenes para los pertrechos del Ejército Libertador.

El museo ofrece cuatro salas: “Cultura Indígena”, “Fundición”, “Mineralogía” y “Sanmartiniana”. En ellas pueden apreciarse elementos indígenas, objetos de herrería, minerales y metales de la zona y maquetas, respectivamente.

La zona se caracteriza también por la presencia de algunas minas que se agrupaban bajo la denominación de San Lorenzo, donde se extraía oro, hierro y plata.

En el conjunto de la construcción se pueden observar restos de hornos de fundición y de molinos que traían el agua hasta la zona. En este paraje Fray Luis Beltrán fundió las primeras balas de cañón del Ejército de los Andes.

Bovédas de Uspallata.
Bovédas de Uspallata.

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La Gesta Sanmartiniana y la tradición oral

Los lugareños, sostienen por tradición, que el General San Martín se alojó en edificio abovedado en sus viajes a través de Los Andes; y que también lo hizo el General Las Heras, cuya columna permaneció en el Valle desde el 20 al 29 de enero de 1817.

Asimismo, prevalece la idea también, que se obtuvo materia prima para los armamentos y municiones de la Campaña Libertadora y que los hornos pudieron ser utilizados para fundir los metales.