Malvinas, 40 años: la historia de Carlos desde suelo argentino

Luis Carlos Garbuglia fue uno de los encargados de cargar con provisiones los “Hércules” hacia las Islas. Pero lo que volvía de allí impactó de por vida al excombatiente: los soldados heridos. La ayuda de Perú, la “traición” de Chile y mucho más en esta nota.

Luis Carlos Garbuglia
Luis Carlos Garbuglia Foto: Gentileza

A pocos días de cumplirse 40 años de la Guerra de Malvinas, Luis Carlos Garbuglia, uno de los tantos excombatientes oriundos de Villa Mercedes, San Luis, cuenta su historia desde suelo argentino y sus sensaciones, en una fecha que trae a su cabeza muchos recuerdos.

Sus tareas durante la Guerra de Malvinas

“El destino era Comodoro Rivadavia, desde la 9° Brigada. Era el centro logístico que conectaba al continente con Malvinas. Todo lo que iba para allá, lo cargábamos nosotros en los ‘Hércules’ y todo lo que venía, llegaba a Comodoro”, comenzó contando Carlos en entrevista a Vía San Luis.

Trabajábamos 24 horas por día, por 24 de descanso. Pero apenas dormíamos, si es que dormíamos 3 horas. No porque nos obligaban, sino porque no teníamos sueño”, añadió.

Luis Carlos Garbuglia y su Brigada en Comodoro Rivadavia.
Luis Carlos Garbuglia y su Brigada en Comodoro Rivadavia. Foto: Gentileza

Su experiencia en la Base de Comodoro Rivadavia

Lo que llegaba para Malvinas nosotros lo cargábamos y lo mandábamos. Misiles, combustible, raciones de combate, elementos de sanidad, todo. Hasta un camión se mandó…

Lo triste de esto es que, desde allá, nos mandaban los soldados heridos y los teníamos que recibir nosotros. Venían chicos de nuestra edad (19 años) con piernas cortadas, brazos cortados y con gangrena, quemados por las explosiones”, relató el hombre de 59 años.

Ciertamente, sin toda la planificación y logística desde suelo argentino, Argentina lo habría pasado mucho peor. Pero, en su rol, más allá de no estar en las Islas, las contingencias del clima y de la guerra se hacían sentir de igual manera.

Tuvimos mucho miedo, mucha hambre, mucho frío. Imaginate, con 10° bajo cero, con llovizna y vientos de 70 u 80 kilómetros. Y no podías ir a abrigarte. Cuando llegaba el Hércules, llegaba y había que ir a cargarlo, porque Malvinas estaba pidiendo municiones”, contó.

Luis Carlos Garbuglia, la Brigada y el Hércules de fondo.
Luis Carlos Garbuglia, la Brigada y el Hércules de fondo. Foto: Gentileza

La experiencia que lo marcó para siempre

En un extenso relato, conmovido y entre sollozos, contó todo lo vivido en el sur, donde una situación lo dejaría marcado de por vida.

Cuando se abría la compuerta trasera, ahí era cuando nos encontrábamos con cosas muy duras. Hay que tener en cuenta que nosotros teníamos 19 años. No estábamos preparados para la guerra. Tuvimos solo 2 meses de entrenamiento o capacitación, por así decirlo”, comentó.

Estas preparaciones, según detalló, eran respecto a “resistencia física, supervivencia y manejo de arma, del Fálcon (el fusil)”. Nunca estuvieron listos psicológicamente para un evento de semejante envergadura.

“Me acuerdo que venían unas ambulancias y a los heridos los poníamos en un galpón de YPF. Cuando llegaba un número importante, los subían a un avión y ese avión los llevaba a Buenos Aires. Nosotros éramos los que los pasábamos hacia el avión desde las piernas y los hombros, y los íbamos acomodando.

Y acá viene el golpe duro para mí, un recuerdo que me quedó y me quedó como ejemplo: a un chico que trasladamos, lo quisimos pasar al avión y, cuando fuimos a agarrarlo para moverlo, nos dijo ‘yo no soy ningún inútil, yo sólo puedo caminar’.

Se fue arrastrando con los brazos, las piernas las tenía cortadas ya. Me quedó una lección de vida a partir de eso.

Es eso sencillamente, pero tiene mucho sentimiento involucrado”, contó conmocionado acerca de aquella “lección de vida”.

Luis Carlos Garbuglia.
Luis Carlos Garbuglia. Foto: Gentileza

La ayuda de Perú y la “traición” de Chile

Con respecto a dos temas sobre los que corren muchos rumores, Luis Carlos atestiguó la presencia de pilotos peruanos en la Fuerza Aérea argentina. “Yo mismo los ví, yo estuve con ellos”, comentó.

Pero en cuanto a Chile, Garbuglia fue muy duro: “En donde nosotros trabajábamos, una vez se cayó un helicóptero, y fue allí donde encontramos a dos espías chilenos una noche. Ellos pasaban información de los movimientos nuestros”.

Sus sentimientos a días del 2 de abril

“No estábamos preparados para una guerra, mucho menos psicológicamente… Igualmente, doy gracias a Dios que me haya tocado vivir este momento, haber participado en la Guerra y hacer historia”, agradeció.

“Conocí a los pilotos”, añadió emocionado, expresando su idolatría hacia ellos. “Quién no quisiera estar con Schumacher, con Messi, con Maradona. Yo estuve con ellos, tuve la posibilidad de estar con ellos, de llevarles un café, de charlar”, agregó.

Una discusión sin sentido

“Todavía resuenan los egos del ‘yo estuve en Malvinas y vos no’. Pero yo hago una comparativa con un equipo de fútbol: cuando Boca o River salen campeones, ¿los suplentes no festejan? Es todo un equipo.

¿Quién recibía a los soldados heridos y quién cargaba los Hércules, sino? ¿O acaso venían los soldados nadando desde Malvinas, se cargaban las municiones al hombro y volvían a la isla?”, reflexionó Carlos.

Pero, más allá de esa absurda discusión, Carlos reclama que todavía hay excombatientes que no reciben reconocimiento alguno, ni desde la Fuerza para la que actuaron, ni desde el Gobierno nacional o provincial.

Sin dudas esta es la historia de una persona que participó activamente de la histórica Guerra de Malvinas, un excombatiente, a 40 años de su gesta.

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